jueves , abril 25 2024

Historias de la creación…de un monstruo…

Por:  Horacio Flores / Editorial

Por aquello del 15 de Mayo

Se llamaba Horacio, era maestro rural, militante del movimiento agrarista que apoyaba las reformas impulsadas por Lázaro Cárdenas. Promovía la organización ejidal entre los campesinos y la lectura entre los hijos de aquellos.

Murió de pobreza y visto como “raro” por su familia que nunca avaló su conducta política. Yo no lo conocí, supe de sus ideas, de su entregada conducta y militante convicción, era mi abuelo. Pero conocí a mi abuela y solamente un gran hombre pudo haber sido capaz de despertar una admiración como la que él motivo en aquella mujer que lo admiró hasta el último día de su vida.

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Se llamaba Carlos Guerrero, impartía Historia Universal. Tenía una forma distinta de interpretar los apasionantes sucesos de la historia moderna. Compartía sin ningún pudor su distinta visión. Nos hacía preguntas, nos invitaba a preguntar. Le llamó la atención que estando en tercer año de secundaria yo hubiera leído “El Manifiesto Comunista”.

Conversábamos, me hacía sentir persona, hurgaba en mis opiniones, me permitía discrepar de las suyas. Él era partidario de la lucha armada, yo de la revolución. Me regaló el primer libro que leí de Martha Harnecker (No entendí nada).

Un año después, mi maestro de Historia en el bachillerato se sorprendería de la interpretación que hacía del libro de Juan Brom. Había tenido un buen maestro.

Mis inquietudes sociales no se las atribuyo a alguien en lo particular. Pero la conciencia de la certeza del camino y mi seguridad acerca de mis ideas, las reconozco en mi maestro de tercer grado de Secundaria.

Usó un libro como candente hierro y dejó en mi lo que Hesse llamaría “la señal de Caín”.

Para quienes como Horacio y Carlos han decidido dar su vida a abrir los ojos de los demás a mundos desconocidos, para quienes dedican su diario esfuerzo a la ardua tarea de llevar de la mano a sus alumnos para descubrir horizontes no recorridos.

A mis maestros de las aulas, a los maestros de mi vida, a mis pares que me han enseñado el valor de la humildad (como Pedro Ortega), lo lindo que puede ser la solidaridad (como Zoila Reyna) y lo atrevido que puede ser la enseñanza (como Fernanda Campa -permítaseme el atrevimiento de llamarme par ante una mujer de semejante estatura-), va mi reconocimiento, mi gratitud y el mis mejores deseos.

FELIZ DÍA DEL MAESTRO!!!!

El Autor es profesor de la FOD de la UANL y Secretario General de la UMM

 

 

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