Editorial /
El programa forestal “Sembrando Vida”, calificado por autoridades como “único en el mundo con propósitos de reforestación de un millón de hectáreas”, ha fracasado rotundamente en el actual gobierno federal, denunció Rafael García del Horno, Secretario de Finanzas de la Fundación Mejoremos al Campo, A.C.
La falta de planeación, nulo compromiso de autoridades y coordinadores, incumplimiento de proveedores de plantas de vivero (entre ellos el Ejército Mexicano) y un profesionalismo equivocado, completaron el “fracaso perfecto” de un esfuerzo en el que, el gobierno federal “casi con los ojos cerrados”, ha canalizado, en dos años de ejercicio, más de 43 mil millones de pesos.
García del Horno, mencionó que estos recursos fiscales no los ejercen juntas las secretarías de Agricultura y Desarrollo Rural y Medio Ambiente.
El Programa “Sembrando Vida” está asignado a la responsabilidad de la Secretaría de Bienestar. La única razón de no haberlo incorporado a Agricultura o a Medio Ambiente, podría ser que el subsidio federal, de 6 mil pesos mensuales para cada uno de los sembradores de vida, es por conducto de la Secretaría de Bienestar.
En opinión del Consejo Nacional de Evaluación de Programas Sociales del Gobierno Federal (CONEVAL) los conceptos generales, no marcan pautas para aplicar procedimientos para evaluar metas y objetivos ni por regiones ni por localidades.
Señala CONEVAL que, de forma errónea, se distribuyeron recursos fiscales sin una normatividad y por adelantado, sin supervisión ni control.
El desarrollo de este programa contiene en alto grado duplicidad de funciones. La Comisión Nacional Forestal opera un programa de reforestación, también el Ejército, la Secretaría de Medio Ambiente, los gobiernos de los estados y muchas organizaciones privadas.
Del Horno, aseguró que en este programa se da una falta absoluta de esquemas de capacitación, hay ausencia de asistencia técnica sistematizada, desde la selección de zonas a reforestar, de variedades de especies maderables, de frutales y de ornato.
Normalmente cuando se siembra un árbol, o mil o un millón, es necesario cuidarlos, proveerles agua en tanto “pegan”, limpiarlos de plagas y enfermedades, fertilizar y cuidarlos en general.
Cuando entran en proceso productivo, entrar a actividades de cosecha en tiempo y buscar mercados o agroindustrias propias.
Caben algunas preguntas:
¿Quiénes son los “sembradores de vida”?, Son los dueños de las parcelas reforestadas? son empleados contratados? son hijos o familiares de los propietarios? son ejidatarios o propietarios privados.?
Por último, dijo que no se sabe quiénes son los verdaderos beneficiarios de un programa que cuesta miles de millones de pesos a los contribuyentes.
Por: Pascacio Taboada Cortina / El Portal de Monterrey