Editorial |
Acostumbrado a las rutinas, el ser humano se conduce por el menor esfuerzo o zona de confort aunque ese estado le sea adverso y hasta agresivo a sus intereses personales, familiares o de trabajo.
Actualmente, el gobierno de López Obrador tiene una política laboral de libertades para que los trabajadores se asignen la representación sindical en libertad, contrario al pasado cuando desde la esfera del poder se imponían a líderes en los gremios de la burocracia, paraestatales o en las instituciones como la SEP, por ejemplo.
Tiene razón el Presidente cuando expresa que quien quiere ser libre lo será, por su decisión unipersonal, libremente determinada, mediante los procesos electorales.
Ya ocurrió en el sindicato petrolero donde resultó electo un dirigente con antecedentes indeseables, pero ganó, quedando como sustrato la inconformidad de grupos de petroleros que, según lo visto, no hicieron nada o no hicieron lo suficiente para impedirlo.
Un factor de lo anterior, considero, fue la multitud de aspirantes a la secretaría general en donde hubiera sido viable para la victoria una alianza de candidatos con el impulso del mejor colocado en las simpatías de las bases.
En nuestro medio está el caso de la Sección 50 de maestros del SNTE donde hay la friolera de nueve aspirantes lo que nos parece un montón que terminará en la pulverización del voto, en beneficio del oficialismo que aspira a eso precisamente, a que los sufragios se disuelvan en minorías y facilite la victoria del que es apoyado por el statu quo, donde se promueva un cambio simulado.
Estimo que el magisterio, considerado como un “sector pensante” de la sociedad mexicana, no puede auto-condenarse a seguir eligiendo candidatos con antecedentes reprochables, inclinados a apropiarse de los activos económicos y materiales de los miles de profesores de la Sección 50, de lo cual hay una vieja y prolongada historia.
Tampoco los maestros deben ceder a las presiones de grupos de interés que pretenden que todo siga igual para no poner en riesgo su fama y seguridad económica personal, con el ejercicio de auditorías reveladoras.
¿Hay candidatos o candidatas con un perfil de honestidad? Eso lo deben esclarecer las bases de maestros que se van a presentar a votar en un proceso libre con sufragio universal y secreto.
En el pasado hemos visto en los medios quejas del magisterio por presuntas conductas de corrupción de anteriores dirigentes y comités directivos, pero, por lo visto, a los maestros les han faltado agallas para desmantelar esa situación con la elección de compañeros limpios, honestos, dignos de ser sus representantes sindicales.
Estimo que los maestros de la Sección 50 deben dar una muestra pública de casta y decisión y votar por una dirigencia irrefutable.
Por: Pedro García | El Portal de Monterrey
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