Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
Andrés Manuel López Obrador se dice muy cristiano, y con sus actitudes se nota que le quisiera hacer la competencia al nazareno, pero se la pasa picando buches, y buscando pleitos, como borracho de cantina, no como estadista, y ahora ya trascendió las fronteras, porque al menos hasta hace poco los líos eran del Suchiate y el Bravo pa’ dentro, pero con la crisis peruana México está metido en un atolladero internacional, precisamente por la falta de tacto y oficio en la diplomacia que ha caracterizado a este sexenio.
El Benemérito de las Américas, Benito Juárez, cuyo nombre no se le sale de la boca al presidente quien un día sí y el otro también jura que es su mayor ejemplo, se ha de estar revolcando en su tumba.
Porque de ser un ejemplo global en las relaciones internacionales, México tiene todo este sexenio pagando los platos rotos de la lengua larga del presidente.
Hay que recordar la crisis de Evo Morales y la intromisión mexicana en Bolivia, cuando, por órdenes expresas de López Obrador se ejecutó la operación “Chimoré” (sea lo que sea que signifique eso) con un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, el cual estuvo cerca de ser derribado en aquella nación andina, en el 2019.
Ayer, en el colmo de los colmos, la canciller peruana Ana Cecilia Gervasi sentenció: “Informo que el Gobierno de Perú ha declarado persona non grata al embajador de México en Perú, Pablo Monroy, por las reiteradas expresiones de las más altas autoridades de ese país (aquí léase AMLO) que constituyen injerencia en nuestros asuntos internos y son violatorias del principio de no intervención”.
Y dónde quedó aquello de que “Entre los hombres como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz…” ¿Pues no que muy juarista?
¿Y en qué plan queda en canciller Marcelo Ebrard? Ah, pues en su campaña en busca de la grande.
Tanto que López dice que lee y que sabe de la historia de México, pero por lo visto desconoce a Genaro Estrada Félix, canciller durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, quien patentizó en 1930 “La Doctrina Estrada”, por la que México brilló en la escena global por muchos muchos años: “Esta doctrina se manifiesta en contra de que los países decidan si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo, especialmente si este proviene de movimientos revolucionarios…”
Más historia, señor presidente, menos tamales de chipilín…
Oiga y hablando de sabiduría popular, el refrán afirma: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades…” También, por si lo ignora.
PREGUNTA PARA JODER AL VECINO… DE SAN PEDRO
¿Quién es el regio o más bien, sampetrino, que se anda parando el cuello presumiendo que la camioneta blindada que salvó la vida de Ciro Gómez Leyva él se la consiguió?
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