Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
Quisiera que me hicieras mucha falta
Y gritarte que regresen, pero aquí no hay novedad
No, no te preocupes por mí
Aquí todo sigue igual como cuando estabas tú
No hay novedad / Francisco Valero Martínez
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, es probablemente, el más brevísimo cuento del mundo y es obra de la pluma del escritor guatemalteco Augusto Monterroso.
Los filósofos, los didácticos, los escritores y otro tipo de pensadores han pasado las horas, los días y los años, analizándolo, letra por letra. Creo que no han llegado a grandes conclusiones, porque “El Dinosaurio” sigue estando ahí.
Igualito le pasa al inefable Pedro Arce Jardón, el joven que se sacó el tigre en la rifa y hace 11 meses se quedó sentado en la silla principal de la Fiscalía de Justicia de Nuevo León, haga usted de cuenta que quedó montado en un barril de pólvora con una mecha muy pero muy corta.
Ser joven en este caso no ha sido el mayor problema de Pedrito, quien casi casi de ser pasante de la carrera de Leyes, como le digo, compró boleto de la rifa de marras y la eventualidad y el azar hicieron de las suyas.
Esa es la razón por la cual la justicia no funciona en Nuevo León, porque el jefe de Esteban Alejandro Cantú Montes, titular de la Agencia Estatal de Investigaciones, a lo mejor creyó que iba a ser temporal su estancia en la silla y no le apretó las tuercas al jefe policíaco ni al sistema.
Lo he dicho muchísimas veces: mientras el delincuente no sienta un sano pavor hacia la autoridad, el estado de derecho, traducido en paz pública, no lo vamos a volver a ver nunca en este país.
Nos guste o no, el anterior sistema llamado Policía Judicial, con la Procuraduría de Justicia sí, tenía muchos bemoles, pero funcionaba porque nos daba a los ciudadanos una certeza que en estos tiempos vemos ausente y lejana: la de poder echarnos a dormir en la noche con la tranquilidad que da el sueño de los justos, es decir, a sabiendas de que abriremos los ojos a la mañana siguiente y no con noticias de carnicerías humanas, tal y como nos las han venido recentando en los últimos días.
Pedro, te voy a dar un consejo y si quieres seguirlo allá tú: Toma al toro por los cuernos y ponte a trabajar. Ser Fiscal de Nuevo León no es tener boleto VIP de alguna tertulia eterna, con whiskies y buenos cortes a la mesa.
La institución cuyo timón está en tus manos navega al borde de la zozobra, y aunque es cierto que te tocaron aguas tormentosas, puedes sacar adelante la tarea, con una condición:
Que te veas al espejo y recuerdes que eres el Fiscal de Nuevo León, y no un pirrurris calientabancas.
Ponte a trabajar como si fuera el último día y pon a trabajar a Esteban y a sus huestes.
Los delincuentes están en la calle.
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