Por: Roel Guajardo Cantú / Editorial
El problema del Bullying no es nuevo, siempre ha existido en la escuela, eltrabajo, en la casa, en la calle y en todos los ámbitos. Ahora se ha exacerbado porque prevalece un ambiente de violencia, vivimos en una sociedad violenta.
Los países ricos, económica y militarmente fuertes invaden o agreden a otras naciones para apoderarse de sus recursos naturales y controlar su economía.
Los mayores o los fuertes se aprovechan de los débiles, los patrones abusan de sus empleados, los jefes de sus subordinados, los gobernantes de los ciudadanos, el papá de la mamá en la casa y los malos acosan a los buenos.
El contexto social de violencia que se vive en la calle, en el hogar, en los medios de comunicación y en nuestra sociedad entra a la escuela, porque la escuela es un reflejo de la sociedad.
A los maestros y a la escuela, el gobierno (Estado), los medios de comunicación, padres de familia y la Comisión de Derechos Humanos, les han quitado autoridad para cumplir con la misión formativa.
El Estado y las instituciones promueven derechos sin obligaciones, fomentan libertades sin ir acompañadas de responsabilidades, formando con ello nuevas generaciones de ciudadanos sin compromisos sociales, sin obligaciones, sin respeto a las mismas instituciones.
El Bullying como ahora se le llama a los casos de violencia escolar, se ha manifestado de manera más continua, al igual que los problemas de sexualidad temprana y pornografía, de alcoholismo y de drogadicción, en virtud de la excesiva flexibilidad social que vivimos, a la falta de atención y control de los padres de familia sobre sus hijos, a las laxas legislaciones, reglamentos y lineamientos como el de la convivencia escolar en las escuelas de educación básica, que limitan a los profesores y a la escuela para formar en valores a los chicos.
Los valores no solo hay que enseñarlos y trabajarlos en la escuela y en la casa, hay que vivirlos. El Estado y la sociedad no tienen otra opción más viable, que apoyar a los maestros y a la escuela para que cumpla con su deber de educar en valores a las nuevas generaciones, para restituir el tejido social y evitar seguir caminando hacia una descomposición social.
Los casos de violencia escolar o bullying que se han suscitado dentro y fuera de las escuelas tienen una relación directa con las condiciones de violencia que se respira en el entorno social y la falta de valores, donde el Estado, la Iglesia, la Familia, la Escuela y las Instituciones hemos fracasado en la formación de nuestros hijos.
El maestro y la escuela tienen la delicada función de atender a los alumnos, de enseñar, de facilitar el conocimiento para que se pueda apropiar de nuevos aprendizajes.
La escuela educa y forma conductas socialmente aceptables, pero los padres de familia son los primeros responsables de ello, y las instituciones deben de construir las condiciones que favorezcan esto.
Los responsables de los casos de bullying y violencia escolar moralmente somos todos, no solo los maestros y la escuela. Penalmente, son los actores que participan física o intelectualmente en el problema o en alguna comisión de delito.
La ausencia de valores, es el principal factor que incide en la formación de una sociedad carente de respeto a las reglas de convivencia social que fomenta la violencia.