Especial / Educación
Después de la época de “padres obedientes”, llegó la de los “padres ausentes”, que está creando una generación de menores con casos del llamado Síndrome Zombi, caracterizado por la impulsividad, las reacciones agresivas a las frustraciones y la búsqueda de satisfacciones inmediatas, de acuerdo con Jesús Amaya Guerra, profesor de la Universidad de Monterrey.
En su conferencia, “Inteligencia ejecutiva: el nuevo reto del siglo XXI”, en el marco de la XIV Cátedra de Psiquiatría “Dr. Manuel Camelo Martínez”, organizada por la UDEM y la Fundación “Dr. Manuel Camelo Martínez”, el catedrático universitario se refirió al Síndrome de Deficiencia de Saciedad Neurodegenerativa Atáxica.
El encuentro académico, que se desarrolla los días 25 y 26 de abril, tuvo como escenario el Auditorio del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) y, en esta edición, maneja el tema de “La ciencia de las adicciones: drogas, cerebro, conducta y familia”.
Amaya Guerra señaló que el paciente de este cuadro sintomático tiene una pobre madurez del lóbulo frontal y necesita satisfacer sus instintos de forma inmediata porque solo vive el momento.
“Son abandonados emocionalmente desde los tres años de edad, estos son los niños zombis: en un estudio que hice de niños de entre cuatro y cinco años, en estancias infantiles, se les pidió que dibujaran a la persona que más amaran y dibujaron a los abuelos… pero rarísimo a papá y a mamá”, relató.
El ponente explicó que los “padres ausentes” son los hijos formados por la generación de “padres obedientes”, porque no lograron desarrollar un sentido de responsabilidad y evaden, entre otras cosas, su papel de padres.
El autor de los libros “Padres obedientes e hijos tiranos” y “Hoy tirano, mañana Caín” destacó que a la aparición de los “padres ausentes” en la formación de las nuevas generaciones, se suman los “cuidados” que se les brinda a los menores, pero que también les restringe su desarrollo emocional, habilidades para resolver problemas, sentido de responsabilidad y capacidad de resiliencia, entre otras cosas.
“Papá, por favor: no le prepares el camino a tu hijo, prepara a tu hijo para el camino; es que ven una piedrita y, ‘para que no se tropiece, hay que quitársela’, pues no, que se caiga”, exhortó.
Amaya Guerra agregó que, de adultos, las personas que no aprendieron a tolerar la frustración toman el camino de las adicciones cuando se enfrentan a sus problemas, incluso, afirmó, actualmente la edad en que los menores comienzan a tomar alcohol se ha adelantado a los 11 o 12 años.