viernes , junio 27 2025

Cuestionan artistas capitalismo y opresión en dos nuevas intervenciones de MARCO

Cultura |

Cuestionamientos a aspectos de la sociedad contemporánea, como el capitalismo, la identidad y la opresión ejercida por estructuras de poder, se presentan en MARCO a través de dos nuevas comisiones: Fábula rota y los cuerpos que olvidaron huir, de Cosa Rapozo en Espacio Uno; y El México que se nos fue, de Carlos Lara en el Patio de las Esculturas.

Ambas exhibiciones abren al público el viernes 27 de junio y forman parte del esfuerzo del museo por comisionar proyectos a artistas contemporáneos cuya carrera está cobrando relevancia en la escena artística.

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Bajo la curaduría de Brenda Fernández, la artista Cosa Rapozo (Guanajuato, 1987) muestra una serie de obras que intervienen la sala conocida como Capilla Legorriana y que la transforman en una atracción de feria. Recientemente, la artista ha encontrado la figura del carrusel como una representación de un despliegue colonial, un elemento lúdico y atractivo donde se puede observar la interacción del hombre y la forma en que organiza y somete a otras especies.

A lo largo de su producción, Rapozo ha abordado en su discurso asuntos como la vergüenza y la dominación. En las obras de Espacio Uno, explora figuras que imponen sometimiento sobre otras para hablar sobre el humano hegemónico, es decir, la cultura patriarcal. Entonces el carrusel es ese espacio donde lo salvaje, que representa con la naturaleza, y el cuerpo femenino, son figuras no solamente sometidas, sino que están al servicio de un espectáculo.

Al ingresar a Espacio Uno, el público encontrará dos esculturas con la forma de venados en expresión de salto; tienen un aspecto inacabado en donde por igual hay detalles que indican violencia, como unos alfileres que sostienen un trozo de peluche, como si fuera su propio pelaje. Una de las obras es una marquesina con estética de feria con la palabra DELIRIO con acabado peluche y en el piso se encuentran esculturas en forma de pezuña. En los muros se encuentra un ensayo fotográfico donde una figura femenina posa con ropa y pezuñas de peluche, mostrando una ambigüedad entre lo humano y lo animal. Aunque la artista incorpora elementos de lo salvaje a su obra, paradójicamente son materiales artificiales y sintéticos.

“Eso me llevó a reconstruir la naturaleza desde lo teórico, lo especulativo, lo fantástico”, comparte.

Las preocupaciones de la artista provienen de una reflexión acerca de la generación millennial a la que pertenece, que heredó ciertas tradiciones y al mismo tiempo vivió movimientos emancipatorios, como el feminismo.

“Estar entre ambas fuerzas me hizo cuestionar muchas estructuras, especialmente en torno al ser social. Eso me llevó a pensar también en una crítica al ser humano, no solo al hombre hegemónico. Me interesa una perspectiva post-humana: una postura feminista, sí, pero también trans-especie, donde otras formas de vida o el entorno mismo tienen agencia o visibilidad”, ahonda.

Por otro lado, la exposición El México que se nos fue, es una intervención de sitio específico a cargo del artista Carlos Lara (Nuevo León, 1994) en el Patio de las Esculturas. La curaduría está a cargo de Mariana Mañón Sepúlveda, gerente de exposiciones de MARCO.

A través de una instalación que se despliega por todo el patio, el artista aborda una parte histórica en la frontera de México, atravesada por su historia familiar, específicamente el Programa Bracero, un acuerdo bilateral entre los años 1942 y 1964 donde los mexicanos podían migrar legalmente a Estados Unidos para trabajar, pues la mayoría de los hombres norteamericanos se encontraban participando en la Segunda Guerra Mundial; entre los migrantes se encontraba su abuelo.

En el Patio de las Esculturas estarán zonas con pasto seco cubierto con pintura verde, que aluden a la tradición pictórica pero desde una escala industrial. Sobre estas secciones estarán herramientas usualmente empleadas para trabajar en la agricultura, cada una con elementos de animales vinculados al campo, por ejemplo, estarán dos tractores que sugieren a los bueyes y dos podadoras que recordarán a los caballos. Sin embargo, estas esculturas tienen la intención de desvanecerse en el paisaje a través de sus dimensiones.

Redacción | El Portal de Monterrey

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