Por: Eliud Silva / Buenas Noticias
**Horacio Villalón Mendoza es Ingeniero Agrónomo Fitotecnista, egresado de la Facultad de Ciencias Forestales de la UANL. Obtuvo el Diploma Agrar Ingenieur y el Doctorado en Ciencias Agrarias en la Universidad de Gotinga en Alemania.
Desde tiempos prehispánicos, el chile acompaña la comida de nuestro país, el uso de este condimento se encuentra tan arraigado en la gastronomía vernácula que en la actualidad forma parte de la dieta diaria del mexicano. A pesar de la gran variedad de chiles, uno de los más usados en el noreste es el piquín. Este pequeño fruto tiene un gran valor cultural para la gente de la región pues es parte de los platillos típicos.
Según una encuesta realizada en 2003, el 74 por ciento de las familias en el Estado consumen este chile durante todo el año, aún y cuando su precio alcanza hasta 40 veces el valor del chile serrano o jalapeño.
La dura corteza que protege la semilla hace casi imposible su germinación, por lo tanto, es necesario que el fruto pase a través del sistema digestivo de algún pájaro que defecará la semilla en otra zona donde nacerá una nueva planta.
Por desgracia, algunas áreas naturales donde crece el chile piquín se han minimizado a causa de distintas actividades humanas, disminuyendo la conservación de los genes del fruto que puede desembocar en su desaparición.
Sin embargo, en la Facultad de Ciencias Forestales (FCF) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) se realiza una investigación que tiene como fin la conservación y el aprovechamiento sostenible del chile piquín en condiciones naturales.
El primer paso de la investigación es dividir la zona del noreste en áreas, dependiendo sus características ambientales como altitud, precipitación y temperatura. Luego, se localizan poblaciones de chile piquín donde en un radio de medio kilómetro no haya sembradíos de otros chiles. “Este chile puede cruzarse con otros, así que buscamos no esté contaminado con genes de alguna variedad botánica, como el jalapeño”, explica el doctor Horacio Villalón Mendoza, investigador de la facultad.
Se registra la información del ecosistema donde se produce el fruto, así como su posición geográfica, se recolecta y se lleva al laboratorio. En la facultad determinan su tamaño, peso y número de semillas. Para su reproducción, el fruto es sometido a un proceso donde se aplican ácidos y hormonas que suavizan la corteza de la semilla, asemejando el aparato digestivo de los pájaros. En la tierra donde se siembra se coloca un hongo que ayuda a crecer la planta.
Con este procedimiento se produce chile en cantidades industriales, asegurando la existencia del fruto completamente legítimo. “Una vez que pudimos germinar la semilla, comenzamos a investigar acerca de cómo cultivarlo y así no depender de la producción que da la naturaleza”, comenta el doctor Villalón.
La investigación ha permitido conservar los genes del chile piquín garantizando la sustentabilidad del fruto, además de conocer su distribución en el noreste, y con qué especies de flora y fauna está asociado.
Aproximadamente un 30 por ciento de los pobladores del área rural de Nuevo León apoyan su economía trabajando ya se de forma directa o indirecta con el fruto, participando en colecta, venta o elaboración de salsas, y uno de los principales beneficios del proyecto es el apoyo económico a estas personas.
Además, en EUA existe el llamado mercado de la nostalgia, donde gracias a la gran cantidad de mexicanos, el chile se vende en todo el territorio. Es tanta la demanda dentro y fuera del país que todo el fruto obtenido en las áreas de cultivo está vendido aun antes de cosecharlo.
La facultad imparte cursos sobre conservación y cultivo de la planta; es tanta la demanda que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y el Gobierno del Estado están interesados en realizar más actividades de este tipo.
A los cursos asisten estudiantes, investigadores, productores e industrializadores; aunque en el mercado son competidores, al terminar el día salen con la idea de trabajar juntos en la producción y comercialización del fruto. “Dentro de las actividades se realiza un periodo de negociación y la facultad funge como testigo para que se realicen tratos que beneficien a ambas partes”, señala Villalón Mendoza.
Dentro de esta investigación participan la Facultad de Ciencias Biológicas (FCB) de la UANL, la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y se espera que en próximas fechas se incorporen más universidades y centros de investigación.
Actualmente el doctor Villalón y su equipo trabajan en la industrialización del producto, además, constantemente se ocupan de conservar la planta e imparten cursos para concientizar sobre la importancia del fruto.