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El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey presenta la exposición Gerda Gruber: Entre verde y agua, la revisión más amplia hasta ahora de la artista, considerada un referente en la escultura contemporánea de México.
Nacida en 1940 en Bratislava, capital de Eslovaquia, Gruber llegó a México en 1975. Desde su llegada hace 50 años, la artista ha trabajado de manera comprometida en su carrera artística, que ha desarrollado a la par de su labor docente, formando a varias generaciones, teniendo como alumnos a artistas como Miriam Medrez y Javier Marín.
Por otro lado, la artista comenzó a trabajar con el barro a partir de su interés por las culturas prehispánicas, impulsando también a sus alumnos a trabajarlo. Su constante inquietud y curiosidad por explorar nuevos panoramas la condujeron a Yucatán, donde ha trabajado con madera y otros materiales orgánicos, además de establecer ahí su residencia, desde finales de los años 80.
Bajo la curaduría de Daniela Pérez, la exhibición contextualiza a la artista y su producción, ahondando en su investigación artística enfocada tanto en los ciclos de transformación natural como en la escultura en evolución, que identifica la inteligencia en forma de semilla, como refugio y fuente de vida. La selección incluye 113 obras realizadas a partir de su llegada a México; las más antiguas son de mediados de los años 70, algunas piezas datan de los 80, y la mayoría son a partir de los 90 hasta la actualidad.
“La preocupación de Gerda por la vida vegetal le ha permitido integrar una interpretación única desde su imaginario artístico a partir del impacto de las capas de estructuras y de resguardo que le maravillan reconocer en semillas, sombra, viento, plantas, luz, nidos, agua, el movimiento, las plantas, e inclusive, la tradición proveniente del conocimiento milenario”, indica Daniela Pérez, curadora de la muestra.
“Con sus propuestas intuitivas, hoy celebramos la vigencia de una producción que, a lo largo del tiempo, ha encontrado caminos que le permiten mantenerse fiel y siempre en búsqueda de profundización, ante la evolución escultórica de los refugios que se comunican inevitablemente de raíz con la tierra”.
A lo largo de las cuatro salas de planta baja por donde se despliega la muestra, las obras se distribuyen no por orden cronológico ni temático, sino por los vínculos matéricos y discursivos entre sus creaciones. Como las obras son de distintas épocas, materiales y narrativas, la decisión curatorial fue integrarlas bajo ciertos aspectos relevantes que coinciden en la producción de Gruber, permitiendo así que convivan independientemente del periodo en el que fueron creadas:
- Las relaciones posibles entre los materiales: a la artista le interesa huir de las convenciones y abrirse a experimentar con diversos materiales, pues considera que es una forma de encontrar fragmentos dispersos de sí misma en su entorno, a través de la naturaleza, que contiene ciclos de vida complejos.
- Sus diferentes investigaciones y procesos: Por la escala del espacio expositivo y el formato de revisión de la muestra, por primera vez se podrán ver en conjunto tanto el proceso creativo de la artista como sus diferentes intereses en su investigación artística que ha realizado por años. La curadora Daniela Pérez señala que a la artista le interesa investigar “el estudio de la energía regenerativa de lo natural, los ciclos, la transformación, los procesos, la existencia y la vida”.
La exposición forma parte del esfuerzo de MARCO por revisar la producción de artistas cuya trayectoria ha tenido un impacto y relevancia tanto en la escena nacional como en la internacional. Con la exhibición de Gerda Gruber, el museo a través de su colaboración interinstitucional con el MAM, realiza un aporte histórico en el arte tanto de México como de Nuevo León, al revisar y analizar la producción de una artista que ha impactado al arte contemporáneo, tanto con su producción artística como con su compromiso en la formación artística.
Redacción | El Portal de Monterrey