Por: Pedro García / Editorial
Sí, la zona metropolitana de Monterrey es la más contaminada de Latinoamérica (lo cual dudo, considerando cómo está CDMX).
Sí, los estudios arrojan dicho saldo. Sí, hay coincidencia en aumentar los presupuestos para realizar más estudios y pagarle cantidades millonarias a institutos y fundaciones por su elaboración, sobre la que ya se sabe, que presuntamente estamos hasta la coronilla de contaminantes.
Todo a costa del dinero de los contribuyentes (impuestos).
Nada más que se hace muy poco énfasis, o ninguno, en la responsabilidad de los agentes contaminantes, es decir, los que causan el problema ni tampoco de sanciones sobre ellos como apercibimientos, multas o clausuras temporales o definitivas, menos de reubicaciones.
Un ejemplo, ayer se estaba comentando de una pedrera que, según, es claramente contaminante y sin embargo sigue operando puesto que cuenta con los permisos de Ley para trabajar. Luego, tiene “licencia para matar” toda vez que, dicen dos o tres expertos, la contaminación ya está asesinando gente regiomontana por infartos al miocardio.
Nadie del gobierno estatal señala a industriales manufactureros, químicos, pedreros, cementeras, transportistas, automotores privados y de otras ramas, que diario contaminan el aire, el suelo y las aguas.
Los del gobierno sólo están demandando más impuestos para, según ellos, echar a andar políticas públicas para remediar la contaminación, cuando esa cura está en combatir las fuentes o causas de la infición, a las cuales parece que nadie quiere molestar, probablemente porque son intereses asociados a los “grandes” apellidos, gente adinerada, pues, y con la que hay compromisos políticos (pago de campañas).
No hay presupuesto que aguante, cuando los causantes de la contaminación son protegidos por el propio gobierno.
Tengo amigos de edad avanzada que son puntuales en sus conversaciones, y me comentan apesadumbrados que todos los diputados locales le siguen dando manga ancha al gobernador, El Bronco, aprobándole ingresos tremendos, sin merecerlos, como las contribuciones por el Refrendo y otras hierbas.
Mis amigos temen que todos los diputados del Congreso local le aprueben al dichoso Bronco el Impuesto o Derecho por la verificación vehicular a pretexto de que el gobernante dice y reitera que la ciudad está muy contaminada.
El cuento, dicen mis amigos, es que El Bronco no ha hecho casi nada para impulsar el bienestar de la población y se le ha ido en puros conflictos.