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Niñas y niños dejaron de escuchar las voces de sus maestras y maestros en persona para seguir instrucciones de tareas enviadas por correo electrónico, estar atentos a programas educativos por televisión o por radio y, en el mejor de los casos, tener breves contactos con el profesorado a través de videoconferencias.
Debido a la contingencia sanitaria ocasionada por el coronavirus Covid-19, la figura de las y los docentes fue sustituida, de un día para otro, por mamás y papás, que se convirtieron en el eje de la educación básica, sin ser, la mayoría, profesionales de la educación; y muchos de ellas y ellos sin tener realmente el tiempo necesario para este quehacer.
En México, los aprendizajes esperados en educación básica en 2020 deberán ser revisados ante el paso de un sistema de educación presencial a un repentino modelo de educación a distancia, cuyos niveles de eficiencia y ritmo de adaptación han sido disparejos, tanto en escuelas públicas como privadas, de acuerdo con Andrés Bolaños Werren, director del Departamento de Educación de la Universidad de Monterrey.
Para muchas personas, existe la creencia de que, al haber sido empujada la educación básica hacia el territorio tecnológico, el modelo educativo podría modernizarse y mejorar, pero el catedrático de la UDEM señaló que esto sería una ilusión, porque lo que pudiera tener de obsoleto el actual sistema presencial simplemente se trasladaría a un método apoyado en la tecnología.
Esto, sin mencionar que una gran parte de la población carece de conexión a internet y de dispositivos en sus casas, las herramientas necesarias para migrar a una educación apoyada en la tecnología.
“Un modelo de educación a distancia en el nivel básico en México puede ser complementario, pero no es viable en el corto plazo: es prioritaria la función de la escuela presencial en esas edades”, afirmó.
Bolaños Werren mencionó que, con las alternativas educativas que se han implementado, no se alcanzan a hacer las actividades en casa como se harían en el salón de clases: las explicaciones son más limitadas y resulta infructuoso intentar una atención especial a infantes que normalmente requieren una atención más individualizada.
“Las escuelas se han visto en la necesidad de pensar en cuáles son los aprendizajes esenciales, los más centrales, y habrá otros que no se puedan lograr como se lograrían de estar en el salón de clases físicamente; (…) están viniendo las prioridades por los aprendizajes para matemáticas o español, aunque quizá no se puedan dar con la profundidad que normalmente lo darían”, sostuvo.
EL PORQUÉ DE LA ESCUELA PRESENCIAL
Bolaños Werren señaló que, parte de los hallazgos de esta contingencia sanitaria en el tema educativo, es que “la escuela tiene un porqué” y cuando se realiza por profesionales de la educación competentes y capacitados, se elevan las posibilidades de aprendizaje, no solo desde el punto de vista individual y de contenidos específicos, sino del social, de hábitos y de valores.
“Estamos asumiendo que en casa (en un sistema de educación a distancia generalizado) tendría que haber una persona, que sería el intermediario, el mediador, que en muchos de los casos ni papá ni mamá pueden estar disponibles, y para muchos hogares monoparentales, pues es más difícil aún”, consideró.
El también doctor en Educación explicó que los niños, a esa edad, necesitan el contacto real con cosas materiales, mientras que la pantalla es una limitante en algunos casos, sobre todo, para los más pequeños.
“La tecnología nos muestra sus límites, en particular con los más pequeños, los niños necesitan la interacción con sus iguales, tener la oportunidad de resolver situaciones de tipos social y afectivo, tener el contacto con materiales concretos, experimentar con esos objetos”, subrayó.
“Desde las matemáticas, se hacen operaciones primero con objetos y después pasan a las abstracciones; las pantallas en muchos casos son pobres sustitutos para tener un huerto escolar o interactuar con objetos de diferente solidez y peso”, mencionó.
TIEMPO DE ANÁLISIS
La convulsión social provocada por la situación de emergencia sanitaria parecería poner sobre la mesa de análisis la posibilidad de hacer una revisión al modelo educativo actual en el país: pasar de una educación en bloque, estandarizada, a una educación más diferenciada, que reconozca los ritmos de aprendizaje y los avances diferenciados de cada estudiante.
Sin embargo, “ese cambio no necesariamente tiene que venir acompañado de la tecnología, porque la tecnología puede reproducir simplemente el modelo educativo tradicional”.
“De inicio, muchas escuelas simplemente buscaron reproducir los modelos que ya tenían y los pasaron a otra forma de entrega; si el maestro explicaba mucho, ahora hicieron más videoconferencias; quizá hay patrones que tendieron a reproducirse”, advirtió.
“Estoy de acuerdo que tiene que venir este cambio, pero tiene que venir desde paradigmas educativos y, luego, en la formación de los propios maestros; donde podemos sentar una base es en los maestros”, manifestó.
El profesor de la UDEM señaló que la tecnología tiene un potencial muy grande para apoyar las labores educativas, pero es necesario reconocer que lo mismo se puede utilizar para conservar un modelo tradicional que para encontrar nuevos caminos en la enseñanza.
“Necesitamos un análisis más crítico sobre qué es lo que realmente nos puede aportar la tecnología y cuál es la función del docente, lo que puede hacer con un lápiz o una pluma”, expuso.
A raíz de la suspensión de clases por la pandemia, maestras y maestros en América Latina han descubierto herramientas de autocapacitación a través de plataformas como YouTube, por ejemplo, en un espacio llamado El cole sigue, una iniciativa en la que los propios maestros capacitan a sus iguales.
“El que los mismos maestros se pudieran organizar y capacitarse ellos mismos le ha dado un mayor potencial a lo que es la función del docente; esto sí puede ser una gran diferencia: desde ahí pueden venir los cambios, desde que el propio maestro se dé cuenta de su capacidad de colaborar”, apuntó.
Bolaños Werren destacó que, ante el coronavirus Covid-19 –que a toda la sociedad tomó desprevenida–, el sistema educativo mexicano ha hecho las cosas desde lo que se puede hacer y de los recursos que se tienen, sin embargo, “el aprendizaje del alumnado ha dependido más de la figura del padre o la madre, que no necesariamente son profesionales de la educación”.
“Sigo pensando que la figura del docente o el educador es central; debe hacerse una revaloración del trabajo docente”, insistió.
Redacción / El Portal de Monterrey