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Tanto las capacitaciones laborales de empleados de primer ingreso como las clases de las nuevas generaciones de universitarios ocurren en mundos o plataformas inmersivas y virtuales. Los asistentes personales inteligentes, además de realizar tareas sencillas como decir la hora del día o la temperatura de esta jornada, ahora son capaces de redactar reportes y cartas tan bien como las personas.
Lo anterior no es algo sacado de una novela de ciencia ficción, sino la realidad que han traído el metaverso y la inteligencia artificial. Y es que estas herramientas, cada vez más mencionadas en los medios y las conversaciones entre familiares, colegas y amigos, ya son parte importante de la vida cotidiana, señala Julián Nevárez Montes, director de posgrados de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad de Monterrey y especialista en enseñanza con enfoque en tecnologías.
“El metaverso es todo espacio generado virtualmente donde las personas, con la ayuda de gafas y equipo especiales, pueden moverse e interactuar con elementos tridimensionales. Es cada vez más popular en la industria de videojuegos. Si han jugado Minecraft o Fortnite, por mencionar ejemplos, han estado en un metaverso”, indica. “Y la inteligencia artificial (IA) es una herramienta que, tomando la información que le alimentan, es capaz de procesar millones de datos para realizar tareas o dar resultados específicos”.
Añade que quizá los ejemplos más reconocibles de dicha tecnología son los servicios de Siri o Alexa o, gracias a las noticias de la semana pasada, el ChatGPT o la IA de Bing (con todo y sus extraños resultados). Pero existen más: ¿alguna vez has ingresado a una página web donde tus dudas como cliente son respondidas por un chatbot? Eso es IA.
Incluso hay plataformas que combinan las posibilidades tanto del metaverso como de la IA. Un caso así es Gatebox, que ha cambiado el paradigma de las relaciones interpersonales: es un dispositivo de origen nipón que permite vivir e interactuar con personajes virtuales, brindando compañía y causando furor entre la población soltera de Japón.
“Hasta existen marcas que ya están rompiendo paradigmas y cruzando la barrera hacia el uso de estas tecnologías”, apunta el directivo de la UDEM. Brinda como ejemplo el de DHL, la compañía multinacional de envío de paquetes y mensajería, la cual ha utilizado un metaverso para entrenar a los empleados en el manejo de cargas valiosas o frágiles. Y algo similar ha hecho Walmart al integrar metaversos para que sus clientes tengan la experiencia de ir al supermercado sin salir de casa, dándoles la oportunidad de incluir en el carrito esas irresistibles compras de último minuto.
Pensadores críticos
El directivo de la UDEM afirma que, si bien el metaverso y las IA ofrecen múltiples bondades, en la actual era de acelerado desarrollo tecnológico es necesario encontrar los sanos límites de dichos sistemas: “en medio de toda esta exploración de posibilidades, surgirán normas y regulaciones que nos dirán qué tan lejos podemos llegar y cuáles son las implicaciones en los ámbitos educativo y profesional”.
Quizá uno de los casos que ilustran mejor este irrumpimiento, dice, es el del mencionado ChatGPT, una IA capaz de escribir trabajos académicos y hasta aprobar exámenes. Aparte de que la herramienta abre un nuevo campo para el plagio y la deshonestidad académica, su sistema obtiene buena cantidad de información de Wikipedia, la cual es editada fácilmente y no es 100% fiable: “Entonces, uno de los grandes desafíos es justo eso: que tomemos como hecho cualquier trabajo que nos den las IA sin tener el criterio de cuestionarnos qué tan verdadero es”.
“Para resumir, debemos distinguir entre la información y el conocimiento. La diferencia entre los dos es precisamente el procesamiento, el análisis y la organización de los datos. Las IA en particular aún carecen de esta cualidad humana de discernir la información que les llega. Por eso, es imprescindible que nosotros y las nuevas generaciones desarrollemos las competencias de pensamiento crítico que nos llevan al conocimiento. Así veremos que las tecnologías no compiten con nosotros, sino que son nuestras herramientas”.
Redacción | El Portal de Monterrey