viernes , noviembre 22 2024

FACETAS DE MÉXICO / Después de un proceso pre-electoral violento y amenazador, vuelve relativa calma política al país

Editorial /

Una vez que el noble pueblo mexicano se vio invadido por una avalancha de más de 42 millones de mensajes publicitarios por medio de los servicios de internet, radio, televisión y medios impresos; mítines y asambleas relacionadas con la política en torno de las elecciones intermedias de 2021, hay que señalar que, en todo el proceso pre-electoral, permeó el riesgo de la violencia; la inseguridad pública se convirtió en angustia cotidiana.

La violencia solapada por autoridades civiles de las localidades, de los gobiernos estatales y dependencias de índole federal, se hizo presente entre integrantes de los diversos partidos políticos, sin dejar de señalar la participación de la delincuencia organizada. La supuesta venganza e inconformidad, causó el asesinato de 100 políticos y más de 900 agresiones confirmadas a candidatas y candidatos en diversas regiones del país.

Esto obligó a autoridades electorales a improvisar candidaturas de última hora, entre ellas a familiares de personas occisas, a fin de no interrumpir el proceso de elección que mandata nuestra Constitución, tan modificada y cambiada a criterio de la clase política en el poder, ahora y en el pasado.

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Toda la agitación electoral se desarrolló durante casi dos meses, avivada por ataques y propuestas de las mujeres y hombres postulados para ocupar un puesto político o administrativo. Estuvieron en juego electoral 15 gubernaturas, diputados de 30 Congresos Estatales; 300 diputaciones federales uninominales, y aproximadamente dos mil presidentes municipales y concejales de todo el país.

Es de señalar que, a lo largo del proceso electoral, el presidente de la República, contrario a lo que establece la propia Constitución, criticó, opinó, propuso y emprendió acciones en torno del proceso electoral que, en condiciones legales y normales, son responsabilidad exclusiva de las autoridades del Instituto Nacional Electoral.

No hubo conferencia mañanera en donde el jefe del Ejecutivo se abstuviera de tocar temas políticos, obviamente a favor de su partido y de su gobierno. Han transcurrido treinta meses desde que asumió el gobierno de México, y no ha comprendido que, como primer mandatario, es el único que gobierna para todos los mexicanos, durante un periodo de seis años. Al menos así ha ocurrido desde el primer sexenio gubernamental en México, que fue de 1934 a 1940, con el general Lázaro Cárdenas del Río a la cabeza. Antes, cada periodo de gobierno era de cuatro años.

La expresión de “primer mandatario”, significa que “es el primer mandado por el pueblo”, “no el primer mandón”, de manera que esta definición en México, requiere de una mayor explicación en términos de administración pública.

En términos de derecho electoral, el presidente, por estatutos, estaría vetado para tomar partido en defensa o ataque de diversos grupos sociales en materia electoral.

El jefe del Ejecutivo se convirtió en violador confeso de la Ley, sin que nada pasara. Violó flagrante el derecho de la autoridad legalmente constituida, el INE. Esta institución funge por obligación, como árbitro responsable de aplicar el derecho electoral.

Aprovechó el jefe del Ejecutivo cada momento no sólo para atacar a los funcionarios del Instituto Nacional Electoral, incluido sobre todo su presidente, Lorenzo Córdoba Vianello. Esto abrió una coyuntura al presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, para proponer la “extinción” del INE, en un contubernio que, en un país que presume de ser democrático, no hay razón de que el legislador sacara la cabeza para declarar tamaña aberración.

Las elecciones en todo el país el domingo 6 de junio, se realizaron de manera ejemplar y en forma absolutamente pacífica. Ha habido muy pocas impugnaciones e irregularidades que se encuentran en proceso de solución. Los resultados a “primera vista” –faltan revisiones y ajustes para que sean definitivos en cuanto a los números, mas no a la tendencia prevista desde un principio—calmaron inquietudes y aclararon el panorama electoral en su conjunto.

Con referencia a los resultados de la elección denominada “intermedia”, el partido Morena se mantuvo a la cabeza por el número de votos alcanzado. Sin embargo, si se comparan los resultados de la votación de la última elección que dio el triunfo inobjetable a Andrés Manuel López Obrador en 2018, con 30 millones de votos, las elecciones de este 6 de junio de 2021, en números gruesos, fueron de la mitad; es decir, los últimos reportes le acreditan un poco más de 14 millones de sufragios.

Hay que hacer notar que, el partido en el poder, Morena, hizo una campaña política de la mano del gobierno de la República. Su principal promotor fue el propio Presidente López Obrador, quien no escatimó esfuerzos y oportunidades para resaltar las acciones de gobierno entrelazadas con su partido y, éste, también agarró como bandera de promoción, los programas sociales del gobierno.

En prácticamente todas sus conferencias mañaneras, que fueron 42 en todo el proceso electoral, se refirió a críticas a sus contrarios políticos, al INE, a los conservadores y neoliberales… en fin, sin dejar de mencionar las obras de infraestructura, resaltar apoyos a los pobres, a sus programas sociales; su política de energéticos, cuentas que el pueblo sabio no alcanza a comprender en materia energética, en particular sobre Pemex y la última transacción referente a la compra, por su gobierno, de la refinería de Shell, Deer Park.

Un día después de las elecciones del 6 de junio, el presidente de México manifestó su alegría por los resultados del proceso electoral en términos generales. Pero en lo particular, se refirió a que la pérdida de nueve de 16 alcaldías en la capital del país, se debió a “campañas negras” de sus adversarios que, de última hora, lanzaron miles de mensajes, especialmente por vías electrónicas, desacreditando la gestión gubernamental, según dijo.

Obviamente que nunca se refirió a que, las principales razones de la derrota electoral en la CDMX, se deben a varias causas: múltiples irregularidades en las acciones de gobierno antes y durante toda la pandemia de Coronavirus 19; el proceso irregular de vacunación, en cuyos primeros meses se prometía y se prometía, y nada. Y mientras, se multiplicaban los contagios y decesos hasta sobrepasar 230 mil personas fallecidas y más de 2 millones de contagiados según cifras oficiales, sin embargo, un estudio del Instituto de Evaluación y Métricas de Medicina de la Universidad de Washington calcula más de 600 mil muertes por COVID en México.

Durante muchas semanas, México se ubicó en el tercer lugar mundial de muertos y contagiados en el mundo, solamente después de Estados Unidos y Brasil.

Todas las actividades económicas y educativas en la Ciudad de México y en los estados, se vinieron abajo. Un desempleo nunca visto en el último siglo. La población económicamente activa, estimada por INEGI en casi 56 millones en 2020, disminuyó notablemente su ritmo productivo, lo cual se reflejó en la disminución del Producto Interno Bruto en un nivel de 8.5 por ciento, lo cual es catastrófico para cualquier país.

Además, hay que considerar que, entre la pandemia y la falta de políticas públicas para beneficio de toda la población económicamente activa, hubo un incremento de casi 12 millones de pobres y, consecuentemente, con padecimientos diversos por desnutrición, lo que aumentó a 60 por ciento el número de habitantes en el país, que “se despiertan al amanecer y duermen al anochecer, con el estómago vacío o semi-vacío”.

Otro de los argumentos que dolió mucho a los habitantes de nuestra capital, fue la actitud presidencial de no compartir in situ la pena de familiares de 26 personas que perdieron la vida y cerca de 80 pasajeros que resultaron heridos con la caída de un vagón del Sistema de Transporte Colectivo (Metro), Línea 12.

A pregunta expresa de una periodista el día siguiente del accidente, en Palacio Nacional, el día 4 de mayo, sobre la razón de no haberse hecho presente en el lugar del accidente para solidarizarse con el dolor de familiares y heridos, mandó “al carajo” ese tipo de manifestaciones y afirmó no ser afecto a “tomarse la fotografía” en situaciones donde se presentan hechos lamentables.

Por otra parte, los mexicanos no acabamos de comprender la insistencia del presidente de la República, de someter a elecciones nacionales en 2022, una “revocación de mandato”, a su mandato presidencial –que 30 millones de mexicanos le dieron en la elección de 2018, por un periodo de seis años— sólo con el afán de demostrar que México será otro país, con una población llena de felicidad y con cambios trascendentales en lo social, lo económico y político; lleno de ventura y progreso, y que será un presidente “muy querido”, recordado y trascendente para la historia, más allá del 2050 o 2100, incluso.

No. Estas intenciones son totalmente ociosas e ilegales. No hay, hasta ahora, ninguna ley que norme o rija la “revocación de mandato”. Si fue electo por seis años, ¿para qué pone en riesgo los siguientes tres años que restan de su gobierno? Nadie se lo exige… ¡Salvo que sus intenciones vayan más allá de 2024!

Sólo un comentario: Como vamos después de 30 meses transcurridos, dos años y medio de gestión gubernamental, en el fondo los mexicanos estamos inconformes. Suponíamos que, después de gobiernos que fueron, efectivamente, corruptos, sí, porque lo mismo es ladrón el que roba un peso, que el que sustrae un millón, las cosas en la actualidad, no han cambiado. Los mexicanos ahora no estamos en mejores condiciones ni económicas, ni sociales ni políticas. Hay un enfrentamiento entre los sectores que conforman la sociedad mexicana; hay desconfianza en la inversión privada. Los mexicanos en el extranjero, en particular en EEUU, se esfuerzan en mandar cada vez más dinero para sus familias. ¡Son 40 mil millones de dólares anuales! Eso significa más dependencia económica y más interés de los mexicanos por irse de braceros.

Por: Pascacio Taboada Cortina y Jorge Martínez Cedillo / El Portal de Monterrey

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