POLÍTICA Y GENTE
Por: Pedro García / Editorial
Los dirigentes sindicales ya deben deslindarse de la subordinación al Presidente en turno o a un partido porque, en una de esas, manifiestan oposición a alguna reforma, y los ponen en la cárcel, los persiguen o por lo menos los defenestran.
La lección de los casos de sindicalistas puestos en chirona es que, en lo sucesivo, los dirigentes de cualquier sindicato se dediquen a defender a los trabajadores; y si un partido les ofrece un cargo de elección que sea a condición de nada que no sean los intereses de los sindicalizados.
Está comprobado que el Poder de cualquier sigla usa, manipula, tolera a los sindicalistas y luego se deslinda de ellos como pañuelos desechables y los anula para cargos de elección. A propósito de esto último, los sindicatos con verdadera autonomía de gestión, muy bien pueden crear un partido político, fuerte, con potencia para dar batallas en los terrenos propios de los anhelos de los trabajadores.
El PRI se deshizo de líderes y ahora tolera a otros; el panista Fox, toleró y convivió -a pesar suyo- con los sindicatos priistas (¿verdad, Elba Esther?), persiguió a Gómez Urrutia, y Calderón fue apoyado por Elba Esther, dirigente magisterial, y hasta por gobernadores del PRI para impedir el triunfo de Roberto Madrazo donde nadie del tricolor gritó ¡traición! Gente de Elba Esther, casi se encumbró en la Secretaría de Educación con Calderón.
Ahora casi todos los partidos echan pestes del sindicalista Gómez Urrutia y ningún dirigente demanda, por lo menos, el esclarecimiento de su proceso o juicio, y eso es porque no hay sentido de clase y, por lo visto, ni la habrá.