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Cada año, alrededor de 30 mil mujeres en México descubren que hay una “bomba de tiempo” en su pecho llamada cáncer de mama, el tumor maligno más común y mortal a nivel mundial entre el género femenino. El panorama se complica si consideramos que esta enfermedad suele ser diagnosticada en estadios avanzados, lo cual eleva aún más su costo económico, emocional y social.
De ahí que, en el marco del mes contra el cáncer de mama, la Dra. Mónica Rincón Camargo, Directora Nacional Operativa de Gabinetes Radiológicos de Grupo Diagnóstico PROA, señaló que los estudios de imagen en la patología mamaria siguen siendo indispensables para la detección temprana, clasificación y tratamiento de este padecimiento.
“La mastografía es considerada el gold standard para el diagnóstico por imagen en el cáncer de mama en la población en general. De hecho, el Consenso Mexicano sobre Diagnóstico y Tratamiento de esta neoplasia estima que ha contribuido a una reducción del 21% en su mortalidad pues, entre otros aspectos, es la única técnica de estudio que permite evaluar adecuadamente las microcalcificaciones, es decir, depósitos de calcio tan pequeños que no somos capaces de palpar”, detalló.
En ese sentido, apuntó la Dra. Rincón Camargo, hoy enfrentamos un desafío para que las mujeres retomen la revisión de sus senos de manera periódica (ya sea por control o por si notan o palpan alguna anormalidad), pues fue uno de los aspectos que se descuidó durante la emergencia sanitaria por el SARS-CoV-2.
“Hace dos años, en Laboratorio Médico del Chopo (marca perteneciente al Grupo PROA junto con Acceso Salud, Imagenus, Carpermor y Fundación Luis Pasteur) observamos una disminución del 35% en el volumen de estudios de mastografía efectuados. Afortunadamente, poco a poco, las mujeres vuelven a tomar conciencia sobre la trascendencia de checarse para detectar a tiempo ésta patología; eso se reflejó en las 82 mil 485 mastografías realizadas en 2021, en las más de 20 entidades donde contamos con sucursales”, comentó.
Ir más allá de la autoexploración
Pese al papel que juega en la detección oportuna, en algunas mujeres prevalecen ciertas inquietudes en torno a la mastografía, como el uso de radiación. Al respecto, la especialista aclaró que el aparato empleado (mastógrafo) debe cumplir con un estricto control de calidad para garantizar una buena resolución de imagen y una baja dosis de radiación; y añadió que no hay evidencia de riesgo para la glándula tiroides en el cuello, por lo cual no se necesita protección en esa zona al momento del estudio.
“En la actualidad, los mastógrafos están diseñados para reportar lesiones milimétricas que no serían perceptibles en la autoexploración y, gracias a los avances tecnológicos, se ha logrado que las tomas sean más rápidas. Si bien es un estudio un tanto incómodo, implica dedicarle no más de 10 minutos al año para dar con un resultado que puede salvarnos la vida. Al final, esa molestia no se compara en nada con los beneficios que ofrece”, explicó.
Por último, la experta alentó a las mujeres a acercarse con su médico para determinar cuál es el estudio más adecuado para su perfil, pues subrayó que al descubrir el cáncer de mama en etapas tempranas se tendrá un mejor pronóstico y, de paso, se aminorará el impacto económico, tal como refiere la Organización Panamericana de la Salud (OPS): “no solo es muy inferior el costo del tratamiento en las primeras fases, sino que quienes lo padecen pueden seguir trabajando y dando apoyo a sus familias”.
Redacción | El Portal de Monterrey