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Propone indicadores de felicidad para programas sociales y laborales

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Los indicadores de felicidad de la población podrían ser útiles para la toma de decisiones en diferentes niveles de gobierno y en las empresas, de acuerdo con Luis Enrique Portales Derbez, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey.

El también director del Centro de Estudios sobre el Bienestar de la UDEM señaló que las tendencias actuales en los estudios sobre la felicidad a nivel internacional se orientan cada vez más a los índices de desarrollo humano y no solo al aspecto económico.

Según estadísticas de 2018, citadas por Portales Derbez, México llega a la celebración del Día Internacional de la Felicidad en el lugar número 24 en términos de felicidad, mientras que en términos de producto interno bruto, en el lugar 15.

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En 2017, México estuvo en el lugar 23, pero su mejor lugar fue el 13 en el 2013, y desde entonces el país ha ido descendiendo en la calificación en ese sentido de qué tan felices se perciben sus habitantes.

El Día Internacional de la Felicidad, el 20 de marzo, se celebró por primera vez en el año 2013, después de que fue instituido el 28 de junio de 2012 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El organismo internacional se inspiró en Bután, un país asiático que, desde 1971, creó su índice de la Felicidad Nacional Bruta –en lugar de su Producto Interno Bruto–, anteponiendo el bienestar social, espiritual y medioambiental, al crecimiento económico.

Casi todos los indicadores de los años noventa y dos mil tienen que ver principalmente con la parte económica, producto interno bruto e ingresoper cápita, pero en los últimos años hubo cuestionamientos al procedimiento que tuvo como modelo de desarrollo exclusivamente basado en indicadores económicos.

“Desde que empezamos a hablar de felicidad, empezar a tomar otras variables que no nada más sean la parte económica, sino más bien empezamos a considerar la parte social, las relaciones, gobernanza, seguridad, todos los aspectos que están relacionados con la felicidad, ya se consideran estos aspectos”, explicó Portales Derbez.

Es entonces cuando surgieron tendencias para medir o identificar los niveles de felicidad y se sumaron con otros movimientos provenientes de Naciones Unidas, como el índice de desarrollo humano.

“Sobre todo, este reporte mundial de la felicidad contempla no solamente la parte económica, sino la parte de educación y de salud, y lo que hace con la felicidad es también agregar elementos de relaciones sociales, el entorno donde vivimos; entonces, ese es un concepto más amplio”, detalló.

Portales Derbez afirmó que los gobiernos de todos los niveles deberían hacer uso de la información obtenida de los estudios de la felicidad para tomar decisiones de política pública –porque la máxima es: si un indicador revela “que te duele algo, entonces haz algo para atenderlo”–, pero la mayor parte de las veces estos resultados no son considerados.

“Estos resultados deberían estar sirviendo, porque hacen alusión a un estado de bienestar, entonces, en ese sentido, sí deberían estar dándonos luces sobre qué es lo que está fallando, qué es lo que le está faltando a la población de una determinada comunidad para sentirse mejor y ser más feliz”, sostuvo.

La información de las investigaciones sobre la felicidad debe servir a todos los sectores para tomar decisiones sobre cómo contribuir a una sociedad “más estable, más enfocada hacia el bienestar, más justa y donde todos podamos convivir mejor”.

“Inclusive, estos datos deberían estar preocupando a las empresas, porque la tendencia de depresión laboral en los últimos años se ha dado a la alza: entonces, se espera que a unos cinco, seis años más se vuelva como una epidemia la depresión laboral, entonces estos indicadores y estas encuestas aplicadas a un contexto organizacional deberían estar utilizándose para tomar decisiones”, expuso.

Mencionó el caso de Finlandia, en donde hace años se incrementó el índice de suicidios por depresión, por lo que se hicieron estudios sobre las condiciones del entorno que llevaron a la gente a un estado depresivo e implementaron programas para combatir la problemática, hasta que mejoraron los niveles de bienestar y de felicidad.

“También es cómo yo me percibo, cómo yo me siento; entonces, hay personas que te van a decir: ‘yo estoy en un estado de felicidad’, pero talvez sus ingresos no sean tan elevados”, expuso.

El catedrático estableció que en Nuevo León no hay estadísticas sobre felicidad, solo algunos con variables más vinculadas al bienestar. 

En la UDEM, se realizó en 2012 el Índice de Calidad de Vida para México (INCAVI), a través del Centro de Estudios sobre el Bienestar de esta casa de estudios, en coordinación con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados.

Este Centro ofrece servicios de consultoría con empresas, organizaciones de la sociedad civil o gobiernos que desean conocer cuáles son los niveles de bienestar dentro de sus organizaciones.  

“Diseñamos estrategias de intervención vinculadas precisamente al perfil que ahí se esté utilizando: psicología positiva, desarrollo organizacional, tenemos también evaluaciones de impacto social, económico, los profesores nos ayudan en ese sentido”, asentó.

Especial / El Portal de Monterrey

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