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Firmemente convencida del papel de la mujer como detonante económico en una comunidad, a pesar de que aún diversos programas trabajan con ellas como un elemento complementario en el hogar, Andrea Anahí Rangel García, exalumna de la Universidad de Monterrey, trabaja en el empoderamiento económico de mujeres y, de paso, propone actualizar la Línea de Bienestar Mínimo en el país.
Andrea desarrolló la iniciativa María Josefina desde agosto de 2017, apoyada por el Laboratorio de Transformación Social de la UDEM, y concluyó este diciembre la mentoría, en la que logró convertir en exitosas Josefinas a 36 mujeres en forma directa, por encima de la Línea de Bienestar Mínimo, y casi a 300 mujeres indirectamente, a lo largo de dos años.
La economista encontró en la UDEM la infraestructura y el ambiente propicio para generar este proyecto social.
“La UDEM es el ambiente correcto para crear; te facilita todos los recursos, laboratorios, mentores, experiencias; me inspiró a ser una mejor versión de mí a través de la empatía e interés que demuestra la comunidad en todos sus niveles, por desarrollar proyectos de impacto positivo en nuestra sociedad”, afirmó.
La egresada del programa académico de la Licenciatura en Economía en diciembre de 2017, con grado de Summa Cum Laude −el máximo reconocimiento que otorga la UDEM a sus estudiantes más destacados−, logró colocar su proyecto en la iniciativa Yunus & Youth (Y&Y), un programa de aceleración online para emprendedores sociales, fundada por Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, convirtiéndose en la primera empresa social mexicana dentro de la convocatoria, en sus siete años de existencia.
“Mi inspiración proviene de las Josefinas… cuando trabajamos juntas y me cuentan sus vivencias, reafirmo mi compromiso con la causa y busco cómo ser mejor para poder ayudar cada vez a que más mujeres superen su situación de vulnerabilidad”, expresó.
La ExaUDEM señaló que existen diversas teorías de economistas que consideran que el rol de la mujer es indispensable para el desarrollo económico de un país, de una comunidad o de una familia.
“La teoría lo dice, se ve en la práctica, hay programas que ya trabajan con mujeres, detonan la economía a través de ellas, pero ¿por qué seguimos trabajando con ellas como algo complementario?”, cuestionó.
“Necesitamos explotar el talento que poseen, ayudar a comercializarlo; el empoderamiento económico de la mujer es algo que no lo tomamos como el centro de lo que tiene que estar pasando con ellas”, advirtió.
Luego de que en 2017 obtuviera la oportunidad de participar en el Laboratorio de Transformación Social, en 2018 trabajó en un programa piloto con 12 mujeres del municipio de Santa Catarina, durante todo el año, en el que aplicó la metodología, desde identificar los talentos de las mujeres hasta la comercialización de sus productos o servicios.
“Antes de trabajar en un producto, veo cuál de todos los talentos que tiene cada mujer es el que es más redituable; una vez que tengo ese vínculo, empezamos a trabajar en una tercera etapa, que es el desarrollo del producto; y, la última etapa, es la comercialización: el factor diferenciador es que busco en dónde puedo vincular a esta mujer con el mercado”, indicó.
Previo al trabajo del Laboratorio de Transformación Social, Andrea Rangel tomó la clase de Emprendimiento social, con el profesor Luis Portales Derbez, en donde se impulsa a producir iniciativas que además de generar un valor social puedan crear un valor económico, y fue entonces que conoció iniciativas como Kimakul, de la UDEM, que promueve el empoderamiento de la mujer a través de los negocios, y otros programas fuera de la Universidad, entre ellos en los que se involucró en el programa Misiones de esta institución, en Perú y la India.
“En ese tiempo, me di cuenta de que las mujeres no lograban generar el ingreso que necesitaban para verdaderamente salir de la pobreza, que era uno de sus principales objetivos, fue entonces con la metodología del doctor Portales que diseñé otra metodología de trabajo en la que pudiéramos lograr este indicador de éxito, que ellas pudieran generar un ingreso superior al de la Línea de Bienestar”, precisó.
Andrea explicó que la pobreza, estadísticamente, en México, se mide a través de un indicador que se llama la Línea de Bienestar Mínimo, que establece la pobreza extrema en un ingreso mensual menor a mil 500 pesos; superior a esa cantidad es pobreza; y por arriba de tres mil pesos, aproximadamente, ya no está en situación de pobreza.
“Pero yo me daba cuenta que aún con eso, era insuficiente; entonces, nosotros pusimos como indicador ganar el doble de esa Línea de Bienestar: seis mil 500 pesos mensuales de manera sostenible, por más de cuatro meses seguidos, lo cual significa que va a mantenerse ahí o va a seguir subiendo”, expuso.
La exalumna de la UDEM sostuvo que aun si ellas ganaran dos mil pesos al mes, seguirían viviendo en pobreza, porque no sería suficiente para cubrir sus gastos y los de sus hijos.
“Entonces sí creo que es indispensable que se empiece a pensar en este indicador de manera más realista, porque talvez este indicador funciona en otras regiones del país, pero aquí al menos en el norte, en Monterrey, ganar mil 500 pesos al mes no te hacen ser una persona que ya puedas vivir bien”, apuntó.
Durante 2018, Andrea implementó el plan piloto y, durante el proceso, se constituyó legalmente, creó la identidad de la marca, el logo y también comenzó a vincularse con otras organizaciones, con los aliados que la Universidad tiene.
Actualmente, ya con el trabajo desarrollado durante 2019, María Josefina ha impactado a 36 mujeres, alrededor de seis de ellas ya generan el ingreso de los seis mil 500 pesos de manera sostenible y, del resto, ninguna vive en pobreza extrema, ni en pobreza, pero se ubican en ese lapso entre los tres mil a los seis mil 500 pesos mensuales.
“Lo que hacemos es darnos a conocer en los centros comunitarios y estableciendo alianzas; iniciando a replicar María Josefina en otros lugares, aliándonos en otras organizaciones que ya trabajan con mujeres, que ya tienen el grupo cautivo y así nos ahorramos gran parte del proceso”, comentó.
Trabajando en alianza con otros programas, María Josefina ha impactado indirectamente a 286 personas, de acuerdo con Andrea, y algunas de las mujeres tienen familias numerosas: una de ellas está integrada por 18 miembros.
El proyecto –que solo cuenta con tres integrantes, incluyéndose ella– contempla replicar esta metodología en Saltillo, Coahuila, apoyando a otra organización creada por el Laboratorio de Transformación Social, Cero Pobreza, así como con mesas de seguridad del municipio de Ciudad Victoria.
“Lo que vamos a hacer nosotros es trabajar dentro de los refugios para que, en ese lapso, ellas empiecen a generar una actividad productiva; somos como una piecita que buscamos sumar en las organizaciones que ya trabajan con mujeres”, indicó.
Andrea intenta siempre inspirar a más mujeres dando lo mejor de sí misma: “comparto constantemente sobre lo que leo y aprendo, para hacer conciencia sobre la importancia de dejar de ser ajenos a los problemas que le duelen a nuestra sociedad y empezar a tomar acción”.
Redacción / El Portal de Monterrey