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Bajo la premisa de que bebés prematuros que nacen con ceguera recuperan la vista más rápidamente si su madre tiene una condición diabética, Ana Lucía González Herrera, médico pasante de la Universidad de Monterrey, está abocada a ofrecer una esperanza de restablecimiento de esta enfermedad.
Ana Lucía realiza su servicio social en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) No. 23 del IMSS, que implicó la realización de un protocolo de investigación con el que obtuvo en enero pasado el primer lugar en el área médica a nivel estatal, dentro del Foro Delegacional de Investigación del IMSS en Nuevo León.
La investigación de la alumna, Diabetes melitus materna como exposición protectora en el tiempo de recuperación de retinopatía del prematuro, participó en el encuentro contra alrededor de 300 residentes del IMSS, en donde se calificaron tres áreas: médica, quirúrgica y medicina familiar, y los trabajos ganadores se presentarán en un foro nacional, contemplado para el 10 de julio.
De acuerdo con Ana Lucía, una parte de quienes nacen de forma prematura vienen con un problema de ceguera debido a que la retina no se termina de formar en el vientre materno y, aunque algunos de esos bebés recuperan la capacidad de ver por sí solos, otros quedan sin este sentido.
Algunos recién nacidos que logran recobrar la vista resultan ser hijos de madres con diabetes, pero no se cuenta con estudios sobre la relación entre las moléculas de la afección crónica y la formación de la retina del prematuro, lo que puede producir este fenómeno de mejoramiento.
“Se trata de moléculas que están relacionadas con la diabetes, como IGF y factor de crecimiento endotelial vascular; al momento en que la mamá tiene esas moléculas y se las transmite al niño, esas moléculas son las que podrían influir en la enfermedad para que se recuperen más rápidos los niños”, explicó.
“Lo que tratamos de buscar son factores que puedan favorecer al niño para después hacer modificaciones en el tratamiento e impedir que avancen en su padecimiento o que ni siquiera lo presenten”, expuso.
En la UMAE No. 23 del IMSS, hay uno de los más grandes tamizajes de bebés prematuros que hay en el país; de 15 mil nacimientos al año, 500 pesan menos de mil 500 gramos –aunque no son todos los prematuros–, quienes están en mayor riesgo de desarrollar la retinopatía.
Aproximadamente, de esos 500, el 40 % de los prematuros que nacen en ese hospital desarrollan esta enfermedad, pero solamente el 2 % llega a la ceguera.
A nivel mundial, hay una prevalencia del 13 % de niños prematuros que desarrollan este padecimiento.
Ana Lucía afirmó que la primera causa de ceguera prevenible en el mundo es la retinopatía del prematuro y que quienes terminan en ceguera son infantes que no tuvieron seguimiento o que se detectaron muy tardíamente.
“La mayoría de los bebés no recibe tratamiento, los vasos se recuperan solos; los que no, se les inyecta un medicamento, antiangiogénicos, directamente en el ojo; y, en etapas más avanzadas, se les hace láser, para cerrar los vasitos”, estableció.
Para ofrecer una solución que se anticipe al desarrollo de la ceguera, en primer lugar, se requiere determinar qué provoca la regeneración en la retina, ya sea que se trate de una molécula relacionada con la diabetes u otra aún no descubierta.
Después de identificar la molécula, el siguiente paso en la investigación sería determinar si es viable proporcionarla a la madre durante el embarazo o se le puede suministrar directamente al niño.
Actualmente, la investigación de la alumna de 25 años se encuentra en proceso de redacción, después de la fase de recolección de datos y análisis de los mismos.
Para Ana Lucía, es importante concientizar entre la población sobre la existencia de esta enfermedad y la necesidad de detectarla en etapas tempranas para ofrecer al bebé un seguimiento hasta que se encuentre fuera de peligro.
“Es una enfermedad no muy conocida y no se le da la importancia que se le debe dar, pero si llega a estadios mayores, puede cambiarle la vida a un niño”, apuntó.
Redacción / El Portal de Monterrey