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Para algunos de los habitantes que transitan por las despobladas calles de la ciudad, el cubrebocas se ha convertido en parte de su indumentaria habitual como una medida de protección durante la contingencia por el coronavirus Covid-19.
Lo cierto es que, en muchas ciudades del mundo, esta prenda de vestir tiene una larga trayectoria de uso debido a diferentes motivos, ya sea como moda urbana, como símbolo de protesta por el crecimiento de la contaminación, como cuestionamiento a los roles de género o, ahora, como protección ante una pandemia.
Las medidas de seguridad y de distanciamiento social provenientes de esta situación sanitaria –cuyo más reciente antecedente data de un siglo atrás– es tema de reflexión de un grupo de estudiantes de la Licenciatura en Diseño Textil y de Modas de la Universidad de Monterrey, quienes elaborarán máscaras como un proyecto final del semestre.
Indira Sánchez Tapia, profesora de la materia de Análisis contemporáneo de la moda en la UDEM, señaló que la idea es que la y el joven, como diseñador y diseñadora, reflexione en tiempo real sobre lo contemporáneo, sobre esto que está viviendo y que sea creativo en la manera en la que hará una resolución a partir del diseño.
“Las y los jóvenes estarán reflexionando sobre lo que se está viviendo en esta contingencia desde su espacio privado, desde lo virtual, cuál es la relación familiar y con sus amigos: van a encuestar a algunas personas con las que están en contacto, también van a pensar qué fenómenos políticos, sociales, emocionales, los pueden llegar a inspirar para la creación de diseños”, expuso.
Agregó que el grupo de estudiantes, desde su casa, buscará materiales para experimentar la creación de este cubrebocas, ya sea funcional o más conceptual o artístico.
Cada uno de las y los alumnos presentó tres diseños durante el semestre, de los cuales se eligió uno, que será confeccionado para finales de abril.
VARIEDAD EN EL MERCADO
Sánchez Tapia indicó que existe una amplia variedad de cubrebocas: hay algunos que protegen, como la diseñada por la firma italiana Gucci, una de las cuales usó la cantante y compositora Billie Eilish, en la entrega de los premios Grammy 2020, que tiene la apariencia de un tul.
La profesora de la UDEM comentó que también hay diseñadores que se asocian con estas grandes marcas, que son las empresas con tecnología más avanzada, como Airinum, una compañía sueca que se dedica a elaborar este tipo de filtros, o Ausair.
De la marca sueca, la actriz Gwyneth Paltrow adquirió una mascarilla con la que se fotografió para hacer una publicación en su cuenta de Instagram, un tapabocas urbano que cuenta con cinco capas de filtración y un acabado ultrasuave.
En la más reciente Semana de la Moda, en París, en febrero pasado, se exhibieron cubrebocas con encajes bordados, pero tuvieron una connotación de protesta, para “romper las barreras entre los roles femeninos y masculinos”, según explicó Sánchez Tapia.
Diferentes empresas internacionales producen máscaras urbanas, algunas con textiles inteligentes, como Off White –cuyas existencias están agotadas–, que maneja licras con forros impermeables, además de Palm Angel, Bathing Ape y Face Mask.
A lo largo del tiempo, desde el siglo pasado, han surgido también máscaras de acrílico, como el de un soldador, que protegen todo el rostro, aunque es para un uso industrial.
“En nuestra cultura regia, está el paliacate, que está promoviendo el gobierno de Nuevo León ante la contingencia del coronavirus, doblado en cuatro para hacer un filtro denso”, apuntó.
LAS PROPUESTAS UNIVERSITARIAS
Las alumnas Alondra Moniet Ávalos, Estefanía González García, María Fernanda Cavazos Salazar, Marissma Anali Chávez Cabezut, Isabel Reyna y Macarena Nieto realizaron sus diferentes propuestas de cubrebocas a partir de una reflexión sobre el escenario actual de la contingencia sanitaria, así como una encuesta sobre cómo se vive esta situación y los antecedentes en la moda.
Los diseños seleccionados serán confeccionados por las propias alumnas en lo que resta del semestre, como trabajo final de la clase, a partir de los materiales que tengan a la mano en sus casas.
Para su elaboración, las estudiantes usarán materiales como telas de algodón, popelina, spandex y lino, provenientes de retazos o ropa que ya no se utiliza, además de encaje, incluso papel periódico, aplicaciones, bordados y ligas elásticas.
De acuerdo con sus proyectos, las alumnas cuentan con el contexto y los antecedentes del uso del cubrebocas, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, después se usó como equipo de protección para cirujanos en China, durante una plaga de neumonía en 1910, y en la llamada gripe española de 1918.
A lo largo del tiempo, se ha utilizado para simbolizar comunidad y conciencia cívica, posteriormente, como protesta por la degradación del clima ambiental y como señal de identidad.
ELABORADOS POR LOS USUARIOS
Para Sánchez Tapia, la máscara quirúrgica ya se ha convertido justamente en el símbolo de la primera mitad del siglo XXI.
“Una prenda que tenía una connotación de seguridad, contra la contaminación, incluso de protesta, se convierte en un artículo de supervivencia, que fue como se manejó en 2012 en Asia”, estableció.
Pero el cubrebocas, como artículo de protección, no necesariamente requiere de un diseñador: el ciudadano común puede elaborar el suyo, como lo destacó la especialista de la UDEM, ante el desabasto de este artículo en el mercado.
Los expertos sugieren que se lleven prendas 100 % de algodón o, al menos, de un tejido denso, que no sea traslúcido, con el que se formen de tres a cuatro capas, y que protejan la nariz, la boca y la barbilla, mientras que las laterales tienen que estar cerradas.
“Muchos jóvenes han llevado estas máscaras como un elemento decorativo, de moda urbana, pero también como elemento de protesta y, ahora, como protección, por supervivencia”, subrayó.
Redacción / El Portal de Monterrey