Hablando entre Lenguas
Por Patricia Pedraza / Editorial
“La muerte y la vida están en el poder de nuestra lengua”, reza un proverbio bíblico y esto quiere decir simplemente que lo que hablamos es lo que atraemos. Si hablamos positividad, atraemos positividad, y viceversa si vamos por allí hablando negatividad y quejándonos por nuestros problemas, precisamente atraeremos eso, problemas, negatividad, etc. Sin duda alguna decirlo es muy fácil, sin embargo, el aplicarlo es la prueba más difícil, es también la prueba que todos queremos pasar día con día.
Haciendo un análisis de nuestra lengua y nuestra cultura llegué a la conclusión de que este famoso proverbio está en chino que lo pasemos positivamente porque simple y sencillamente nuestro idioma es “negativo.” El español es abundantemente, romántico y rico pero la triste realidad es que también es muy negativo.
Como todo en la vida se empieza con lo bueno, comenzamos con las raíces del español que son buenas. Son cuatro; ben, bien, bon y buen, derivadas del latín “bene”. Tenemos palabras positivas como benévolo, bienaventurado, bonanza, beneficio, bondad, benevolencia, buenaventura, etc.
Etimológicamente solo tenemos una raíz que es negativa “mal” del latín “male” y “malus”. El problema de esto son las palabras, frases o actitudes que se desprenden de esta raíz negativa porque son mucho más que las positivas y por si fuera poco se proliferan. Tenemos frases como “me muero de la risa, “me gusta horrores” o también la frase relativamente nueva que inventaron en Monterrey, México para describir algo súper bueno, dicen, “está matón”. Después nos quejamos de la violencia que se vive en la sociedad sin detenernos a pensar que lo que hablamos, atraemos.
La negatividad de nuestro idioma estriba en un buen porcentaje en lo cultural. La mayoría de nuestras conversaciones por lo general son iniciadas con la palabra –no-; ¿No fuiste al cine ayer? ¿No has comido ese platillo? ¿No te diste cuenta? ¿No está tu mamá? ¿No vas a venir conmigo?
De hecho al enseñar el español como segunda lengua, así se presenta el concepto como las Palabras Negativas, que son nada-nadie-nunca-tampoco-ninguno-ni. Cabe mencionar que mientras en inglés usar dos negaciones en un enunciado es totalmente incorrecto, en español se presume que esto es válido y muy correcto.
Si analizamos la frase o enunciado, “Yo nunca tengo nada ni nadie a mi favor”, nos quedamos asombrados de que la única palabra positiva de aquí es –favor-.
Independientemente de quien la diga, que de por sí ya es una persona negativa, la estructura y la cultura de la frase sale invariablemente negativa. Es decir, actuamos y hablamos negativamente por inercia.
Si esta misma frase la empleáramos positivamente, podríamos decir algo así como “tengo poco a mi favor”, de esta forma estaríamos evitando las palabras negativas, nunca-nada-ni-nadie.
La pregunta es, ¿cómo podemos aplicar la positividad en nuestro entorno si nuestra lengua y cultura es negativa? Creo que la respuesta es rápida; con mucho esfuerzo, práctica y dedicación. ¿Difícil? Sí, pero no imposible.
En los últimos tiempos se ha registrado un movimiento fuerte de gente tratando de adoptar un nuevo y positivo vocabulario en su hablar diario y si bien es cierto que el paso es lento, también es cierto que cada paso que damos es seguro.
Vivimos en un mundo cambiante donde todo es posible. Nosotros tenemos el poder, usémoslo y hagamos lucir positivo en todo momento a nuestro idioma y nuestra cultura que ya de por si es abundantemente rico.
(*) Colaboradora. Directora y Coordinadora de Idiomas de Texas School of Languages con sede en Houston, Texas. Profesora de español e inglés como segunda lengua.