Editorial |
Mientras que el presidente Andrés Manuel López Obrador ocupa la mayor parte de su tiempo en dictar discursos sobre democracia, deshacer estructuras administrativas; ensalzar posibles candidatos a sucederlo; criticar y amenazar al INE y a periodistas “de derecha”, neoliberales; buscar acomodo a amigos y ex gobernadores que no pertenecen a su partido –“aunque sea en el servicio exterior”—la economía mexicana “entra en un estatus de estancamiento y recesión”.
Esto, por falta de inversiones públicas y privadas, la falta de orden en procesos de planeación económica y de infraestructura; ejercicio del gasto público a discreción; una inflación que sube a promedios del 7.5 por ciento en el primer trimestre del año; el desempleo y subempleo que se cuantifica en 28.8 millones de población económicamente activa, y la incorporación de más de 4.5 millones de mexicanos en tres años, a las filas de la pobreza.
La inflación en México ha alcanzado un nivel de 7.72 en el mes de abril, y es considerada como la más alta en los últimos 20 años. Esto equivale a más del doble del objetivo del Banco de México, que fue estimada en 3 por ciento.
Para completar el cuadro, medios informativos dan fe de que México cae en el ranking mundial de las economías. En opinión del Fondo Monetario Internacional (FMI) México pasó del lugar 15 al 17. En 2021 fue desplazado por Irán y se espera que Indonesia lo supere también en 2023.
Declaraciones recientes del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, hacen referencia en el sentido de que “Hacienda pagará deudas de Petróleos Mexicanos”, cuando esta empresa, dirigida por un agrónomo, se ha convertido en un auténtico ‘barril sin fondo’, con una deuda que llegó a 109 mil millones de dólares. Y sigue la ‘mata dando’: el gobierno le inyecta recursos públicos al consumo de gasolina, en calidad de subsidio, en el doble. Es decir, si cada litro lo venden las gasolineras en 22 pesos, el gobierno le aporta otros 22 pesos, a fin de evitar que “la inflación se desborde al resto de la economía”.
Lejos de haber erradicado la corrupción, tema del que muy seguido celebra el presidente con su clásico símbolo del “pañuelito blanco”, los verdaderos “traidores a la Nación”, son los que roban los recursos destinados a los productores de granos básicos, leche y productos de la “canasta básica”, fertilizantes y otros insumos agrícolas: en lugar de meterlos a la cárcel, los premia con otros puestos dentro de la estructura del gobierno, donde seguramente seguirán robando “como en despoblado”.
De acuerdo con información del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, INEGI, y de algunos analistas de medios informativos, durante el mes de marzo de 2022, los índices de desempleo y subempleo son preocupantes. Afectan de diversas formas a un total de 28.23 millones de personas. El esquema precisa que 18.8 millones de adultos en promedio (hombres y mujeres) tienen un empleo con ingresos insuficientes; 7.67 millones de personas ya no buscan empleo (no lo encontraron) y 1.7 millones están empeñadas en encontrarlo.
El fenómeno de la inflación, sobre todo en alimentos básicos, se ha desbordado en los cuatro primeros meses de este año. La tortilla pasó de 11 pesos el kilogramo, a 20 pesos en promedio, aunque en algunos estados y ciudad de México, subió hasta 24 pesos el kilo. El precio del huevo ha pasado de 28 pesos, a 40, mientras que el aceite comestible pasó de 31 pesos a 45 pesos el litro en todas las tiendas convencionales y de autoservicio.
Para contrarrestar el fenómeno de aumento desmesurado de precios, el presidente López Obrador anunció el lunes pasado que pronto presentaría un plan antiinflacionario. “Hemos avanzado bastante. Estamos hablando con empresarios y productores”, pero el llamado es a los productores: “vamos a producir; a sembrar ahora que es tiempo”, dijo y reiteró que puede contenerse la inflación con el estímulo de producción interna de alimentos. Sin embargo, a la naturaleza no se le puede exigir. Sabido es que los primeros meses de este año no ha llovido lo suficiente, mientras que las presas del país están en niveles mínimos.
Lo que pretende el gobierno federal es que los precios de los alimentos básicos, mantengan un nivel que no empobrezca más a los más necesitados y que no aumente la población de por sí desnutrida. Sabido es que, desde hace ya tiempo, el 51 por ciento de la población mexicana padece subalimentación. Por lo pronto, se pretende detener la carrera inflacionaria del huevo, leche, aceite, frijol, pollo y tortilla, entre otros productos más de la canasta básica, mediante un pacto con empresarios y comerciantes.
El propósito fundamental, señalaron fuentes participantes en las conversaciones, es evitar aumentos “injustificados”. De prosperar la iniciativa, es posible volver a la vieja estrategia de revivir los pactos para contener la inflación, como en los tiempos de gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, no coincidentes con lo criticado en repetidas ocasiones por Andrés Manuel López Obrador, “por su corte neoliberal”.
Es posible que se añadan alimentos como carne de res en bistec y chuleta de puerco, cebolla, chile jalapeño, manzana, zanahoria y jitomate. Otros productos no alimenticios, son el papel higiénico y jabón de tocador.
Por: Pascacio Taboada Cortina | El Portal de Monterrey
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