Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
En la jerga de los periodistas, al menos de los regiomontanos, la máxima “nota volada, nota ganada” es un viejo vicio que muy pocos profesionales de la comunicación recuerdan, aunque hay muchos que la alaban.
Volar una nota significa exagerar los datos de un hecho, es decir, mentir, calumniar y levantar infundios.
Yo también fui un joven y ambicioso reportero de policía que soñaba con ganarme al menos el Premio Nacional de Periodismo por cubrir a “mis muertitos” en la madrugada, pero, créamelo, si cometí algún error, o alguna imprecisión de datos se me coló en las notas, no lo hice nunca intencionalmente.
Aunque también por omisión se peca, y eso me queda muy claro…
Tecleo esta entrega y caigo en cuenta que falta menos de año y medio para que yo cumpla 40 años en el oficio, y si bien, a lo mejor no hay nada que celebrar, eso no me ha quitado nunca la capacidad de asombro.
A lo largo de mi carrera, eso sí, me he encontrado con toda clase de enfermitos: mitómanos compulsivos, bandidos que solamente buscaron el puesto de reporteros para traer “charola”, cazadores de patentes de corso y mensos que han creído que con colar un par de “mentirillas” en las notas ya la van a hacer… Y otra suerte de compulsiones.
Pongo esta diatriba por los hechos del fin semana pasado en el que un muchacho murió en un complejo habitacional con alberca en Apodaca, Dream Lagoons o algo así se llama.
Después de los hechos no uno, sino varios medios “formales” y una turba también de “medios informales” quisieron que ardiera Troya y, con eso, alimentar la hoguera de sus propias vanidades.
Para no aburrirlo, o aburrirla, le explico un par de puntos respecto a esos hechos y me despido:
1.-. Quién sabe de dónde sacaron esos “brillantes” comunicólogos que tras los hechos “una niña tuvo que ser hospitalizada”. Créame que se consultó a varias autoridades municipales y federales involucradas en el tema además de las guardias de varios hospitales y la niña no apareció por ningún lado.
2.- Igual mentira resultó la supuesta “inexplicable” muerte “de un adulto” en la misma tragicomedia en que los “comunicólogos” menearon la hoya de estos cochambrosos hechos imaginarios.
3.- Tampoco las autoridades que siguen investigando el caso han dado con un supuesto celular que, según las “versiones periodísticas” se le cayó al joven fallecido y, que al tratar de recuperarlo le ocasionó toparse con el cable eléctrico.
Otros detalles sólidos son que sí hubo un corto circuito, pero en otra alberca lejana a la fosa donde se dio el siniestro.
Y en cuanto a la nota de las imaginarias protestas con temperatura de motín por parte de los vecinos del fraccionamiento exigiendo justicia, también fue una volada. Como tampoco ha quedado claro si alguien va a demandar o no a la administración de los condominios.
Oiga y este texto mío de ninguna es petate del muerto… ni tampoco quiere revivir del petate, pero allá por los años noventas, un grupo de periodistas regios organizaban los “Premios Puñitzer”, que se otorgaban en persona a reporteros, columnistas y periodistas connotados por mentirosos.
Disculpe usted el remate, pero es que si este caso no fuera lo trágico que es, sería cómico, por esta cadena de embustes.
Las expresiones e imágenes vertidas en esta columna de opinión, son responsabilidad únicamente de su autor y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Portal de Monterrey