Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
Jorge Ron Cárdenas, quien presume que tiene un título como Ingeniero en Sistemas Computacionales, con estudios en ingeniería de control y comunicación y una “licenciatura” en Seguridad no más no ha dado el kilo como encargado de la seguridad en San Pedro Garza García.
¿No ha visto las noticias? Tiro por viaje hay una ejecución en la otrora “Joya de la Corona”. Un día sí y el otro también se da a conocer un cuantioso robo en las mansiones que ahí abundan y es un secreto a voces lo que reveló Mauricio Fernández, el ex alcalde que algo sabe del tema, en el sentido de que son al menos 20 pandillas o cárteles las que se disputan el jugoso mercado de las drogas sampetrino.
Pero seamos francos, la culpa no la tiene el indio Ron Cárdenas, sino el que lo hace compadre, Miguel Treviño de Hoyos, quien en estos días, me cuentan, anda sufriendo una depresión porque le dijeron que no iba a poder colgarse de la fama y fortuna de Mariana Rodríguez para hacerse de la senaduría.
Además el aún alcalde de San Pedro, es decir, Treviño de Hoyos, debería de cambiar su segundo apelativo y en lugar de Hoyos, ponerse “Hoyas”, porque tiene muchas cazuelas en la lumbre y en un concurso de impopularidad ganaría el primer lugar por mamerto.
Como diría Chava Portillo, Treviño de Hoyas sufrió el síndrome de Juan Charrasqueado, porque se creyó de las mujeres consentido y ya ve como acabó.
Pero en el fondo es una lástima tener que decirle adiós al blindaje del que gozaba San Pedro, o lo que es lo mismo, despedirse del “castillo de la pureza”.
Porque no va a haber presupuesto que les alcance a los potentados para pagarse sus ejércitos privados para ser defendidos de las chusmas que, al paso que van, se apoderarán de San Pedro y sus colonias.
De mi se acuerdan.
ADÁN AUGUSTO O PAPÁ PITUFO
Desde junio pasado, cuando renunció a la Secretaría de Gobernación, el nefasto “hermano que nunca tuve” ex aspirante presidencial morenista, Adán Augusto López Hernández, no pisaba Palacio Nacional como lo hizo ayer tarde cuando fue a ver a su “cuaderno” Andrés Manuel López Obrador.
Poquito más de tres cuartos de hora duró la visita del también conocido como “El Conde Contar”, quien lució una no muy afortunada barba, como las que se dejan crecer los adolescentes cuando los cortan las novias… Y claro que no quiso abundar en el tema a la salida cuando lo cuestionaron los reporteros.
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