Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
Este cuento de terror, que no tiene nada de ficción, ocurrió una noche en la primer quincena de diciembre pasado en el Puente Internacional Numero ll Juárez-Lincoln de los dos Laredos, Texas y Tamaulipas.
Y es que mientras de los dos lados de la frontera que marca el Río Bravo nos doran la píldora con que el problema mayor de la guardarraya es el fenómeno de los migrantes, ninguna entidad ni mexicana ni norteamericana dicen la verdad: es el crimen organizado el que maneja las vidas y haciendas en esa fastidiada comuna, ninguna autoridad, ni gringa ni mexicles se pone a hacer su trabajo, cosa que los delincuentes aprovechan para hacer de las suyas.
Pero le contaba que el caso ocurrió en la primer quincena de diciembre pasado. Un puñado de sujetos armados con fusiles de asalto tomaron el control de la aduana mexicana y se atrevieron a pisar el lado gringo del Puente Internacional Numero ll Juárez-Lincoln, para abordar los autobuses de pasajeros que infortunada gente usaba para regresar a México en estas épocas.
El delito, debo de remarcar que me lo contaron testigos y víctimas presenciales de los hechos, inició del lado gringo, pero terminó del lado mexicano.
La punta de asaltantes, (porque hasta entre los delincuentes hay niveles) cobardemente se aprovecharon de su superioridad con las armas en las manos, para despojar de dinero a hombres, mujeres y niños que regresaban a territorio nacional.
Poco les importó que entre los viajantes se encontraran bebés de meses de nacidos como tampoco valieron las súplicas de muchos paisanos que les explicaban a los delincuentes en vano que ese dinero era producto de los ahorros de casi un año de trabajo en tierras norteamericanas.
Tras el impune despojo la recomendación de los operadores de los autobuses a los afectados fue que guardaran silencio hasta salir de Nuevo Laredo y no atreverse a poner denuncia alguna ante temor de represalias.
¿Alguna versión de parte de Jorge Cuéllar Montoya, vocero de seguridad del Gobierno de Tamaulipas en ese sentido? Ninguna claro, como tampoco existe aclaración alguna de parte del neonazi gobierno texano.
¿Y Américo Villarreal Anaya, gobernador de Tamaulipas? ¿Y el ultraderechista Greg Abbott? Pues ellos amanecieron bien, tapaditos y calientitos en sus respectivas camas.
Por cierto, todos los niveles de gobierno mexicano, desde el púlpito mañanero hasta las alcaldías de petatiux todos los días, se la pasan hablando de una paz nacional que solamente cabe en su imaginación.
Lo cierto es que indefensión es el nombre de esta película de terror.
La versión oficial es un cuento chino.
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