Especial / Desarrollo Sustentable
En el ambiente existen compuestos orgánicos persistentes (COP) con un alto nivel de toxicidad y que, debido a sus características fisicoquímicas, su estancia en el ambiente es muy larga, aproximadamente 20 años.
Es por ello que en la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Facultad de Ciencias Químicas, se realizó una investigación con el afán de desarrollar un proceso que permita degradar estos compuestos persistentes en el ambiente.
“Fueron tomadas muestras de sedimentos y agua de los ríos San Juan y Santa Catarina, además de la Presa el Cuchillo, en algunos puntos se encontró la presencia de pesticidas clorados, después de su caracterización, se procedió a desarrollar una metodología para degradarlos”, explicó Juan Manuel Alfaro Barbosa, investigador de la Universidad.
También formó parte del proyecto el doctor Karim Acuña Askar, Coordinador del Laboratorio de Biorremediación Ambiental de la Facultad de Medicina.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 100 mil personas mueren al año por el uso de pesticidas y 200 mil quedan intoxicadas de forma aguda por su utilización en la agricultura y ganadería.
En 2001, 127 países, entre ellos México, adoptaron un tratado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que prohíbe o busca minimizar el uso de las 12 sustancias tóxicas más utilizadas en el mundo, consideradas causantes de cáncer o enfermedades congénitas en personas y animales, entre las que se encuentran ocho pesticidas, dos productos industriales y dos subproductos de procesos de combustión.
Para la degradación de los compuestos, en el Laboratorio de Química Analítica de la FCQ se realizó un proceso avanzado de oxidación, utilizando ozono en combinación con peróxido de hidrógeno como agente degradante.
“En la degradación se descompone la estructura de la molécula al perder átomos de carbono, las moléculas complejas se descomponen generando otras más simples y menos tóxicas o incluso sin toxicidad”, explicó Alfaro Barbosa.
La toxicidad de los pesticidas organoclorados se describió por primera vez en 1962 cuando se descubrió una disminución en la población de las aves. Estudios demostraron que los plaguicidas, en particular el DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano), entraron a la cadena alimenticia de las aves causando graves daños en sus organismos, lo que generó fragilidad en la cáscara de los huevos haciéndolos quebradizos.
Entre 1960 y 1963 se presentó un caso de intoxicación crónica en Turquía a causa de alimentos contaminados con compuestos orgánicos, el 90 por ciento de los afectados murió y otra parte de la población desarrolló cirrosis hepática, trastornos urinarios, artríticos y neurológicos.
La metodología desarrollada en esta investigación que utiliza ozono como agente oxidante, permite disminuir hasta un 35 por ciento la presencia de compuestos orgánicos en el ambiente.
Los resultados han sido presentados en diversos foros académicos y ante autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), con la finalidad de tomar acciones al respecto e incrementar la capacidad de reacción en caso de presentarse una contingencia ambiental.
Cabe señalar que entre los COPs se encuentran los pesticidas, insecticidas organoclorados y herbicidas, también existen algunos compuestos que pueden generarse de manera no intencional, como las dioxinas y los furanos, generados en procesos de combustión como la quema de basura o incendios forestales.
La persistencia de estos compuestos en el ambiente puede tener efectos negativos para la salud; al incorporarse a las plantas o animales, estos compuestos pueden ingresar a la cadena alimenticia del ser humano generando disfunciones inmunitarias o reproductivas, alteraciones hormonales y cáncer.
También es de destacar que una nueva tesis se desarrolló siguiendo la misma línea de investigación, ésta se enfocó en estudiar las dioxinas y los furanos generados en procesos de combustión. Fueron analizadas las cenizas producidas en los hornos de cocción utilizados en las ladrilleras del municipio de Pesquería, pues emplean madera y todo tipo de basura a manera de combustible.
Ahora investigan la química de la atmósfera buscando conocer cómo será el clima de la región en un futuro en base a la emisión actual de contaminantes. Se pretende generar escenarios de calentamiento global en Monterrey y su área metropolitana que ayuden a implementar políticas para combatir el cambio climático.