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Los servicios públicos de salud podrían tener, para 2030, un aliado en un asistente no humano que verificara la presión arterial, los niveles de glucosa, la temperatura e, incluso, aplicara los test para coronavirus, de acuerdo a una investigación realizada por un equipo de alumnas de la Universidad de Monterrey.
En el verano de 2020, las entonces tres estudiantes de la Licenciatura en Diseño Industrial presentaron un ejercicio de análisis de diseño prospectivo sobre un modelo de asistente robotizado que apoyara las labores preventivas de un sistema de salud estatal y federal al que han calificado como “poco eficiente”.
Según la investigación, los servicios sanitarios públicos no contemplan la prevención de enfermedades y la monitorización médica como un elemento esencial para mejorar la atención médica global.
Las alumnas Ana Paula Treviño Treviño y Marcela Alejandra Juárez Ríos ‒que se graduaron en junio de este año‒ y Andrea Plancarte González ‒que recién se graduó este semestre‒ presentaron el proyecto Ginkoba, con la asesoría de las profesoras Melissa Díaz Quiroz y Cynthia Ortiz Sepúlveda.
Aunque inicialmente este proyecto fue concebido para concursar en el Goldreed Industrial Design Award (GIDA) 2020, fue registrado después en la convocatoria de la revista a! Diseño, donde quedó finalista en la categoría Producto Objeto Estudiante de la edición 2020, según se anunció a principios de este año.
El equipo estudiantil diseñó Ginkoba como un asistente de inteligencia artificial para brindar atención médica básica que proporcionara diagnósticos precisos y monitoreo de salud personalizado, a través de equipos médicos no invasivos, considerando las tendencias tecnológicas y su proyección hacia 2030.
Como las estudiantes de la UDEM lo explican en su trabajo, basándose en diversas fuentes, existe un alto interés en el desarrollo de la robótica social para atender tareas y existe una tendencia para finales de esta década hacia la salud centrada en la prevención y atención personalizada.
Con base en informes de Naciones Unidas, el trabajo destaca que, en 2030, 167 millones de niños vivirán en pobreza extrema en el mundo y, en 2050, una de cada seis personas tendrá más de 65 años, por lo que es necesario trabajar para mejorar las condiciones sanitarias.
“Casi la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios básicos de salud (…) vimos esto como un reto”, señaló Andrea.
“Acababa de empezar la pandemia (cuando inició la investigación) y lo que nos sorprendió es cómo todos los sistemas de salud estaban basados en que tienes que estar forzosamente en un hospital o un lugar donde haya un doctor para poder recibir atención médica”, expuso Ana Paula.
De ahí, partió la reflexión sobre cómo crear un sistema descentralizado de salud para el futuro, según comentó Ana Paula, lo que también puede extenderse a cualquier otro servicio ‒legal, comercial o social‒ para personalizarlo en el usuario.
“Habíamos encontrado un estudio que decía que, en el futuro, la mayor parte del presupuesto para el sector salud se destinaría a plataformas de atención personalizada y aplicaciones para tener consultas con médicos; de hecho, ya se están haciendo operaciones remotas”, indicó.
Basado en las tendencias tecnológicas
Ginkoba tiene el potencial de llegar a las poblaciones vulnerables como una ramificación del sistema de salud pública para reducir las brechas en la cobertura de la salud, debido a las limitaciones geográficas y socioeconómicas.
Marcela Alejandra mencionó que realizaron un estudio de causas de mortalidad a nivel internacional y descubrieron que, entre las principales causas de deceso en los países en desarrollo, aún destacan las enfermedades de vías respiratorias, mientras que, en los países desarrollados, la mayor parte de las enfermedades mortales son más complejas.
“De ahí surge la idea de que este robot esté al alcance de cualquier persona, aquella que viva en una comunidad a la que no puedan llegar brigadas médicas o alguien que pueda cubrir el costo”, explicó.
Pero, a la vez, el proyecto se puede adaptar a una amplia variedad de escenarios e, incluso, se puede personalizar para los consumidores del sector privado.
Según el trabajo de las alumnas, el robot permitirá al paciente tener consultas médicas digitales con especialistas en todo el mundo, realizarse análisis instantáneos, recibir tratamiento y rastrear enfermedades preexistentes.
El proyecto tuvo como objetivo crear una interfaz que el usuario pudiera manejar de forma intuitiva, que resultara un objeto familiar a la población ‒pero que no pareciera humano, porque despierta temor‒, aunque con una estética versátil, que trabajara con energía limpia ‒por sus paneles solares inalámbricos‒ y fuera de fácil mantenimiento, además de asegurar una esterilización automática.
“Hicimos encuestas para investigar hasta qué punto podemos proponer un modelo sin que las personas lo rechacen y encontramos que entre más se parezca un robot a una persona, más rechazo habrá”, comentó Ana Paula.
El proyecto del grupo estudiantil establece que el robot contará con pantallas gráficas y, debajo de ellas, se dispondrán compartimentos modulares con los que se contempla proporcionar un dispensador de consumibles médicos, suministrados por un dron ‒especialmente en servicios públicos de salud‒ para comunidades suburbanas alejadas.
Los neumáticos de tracción del robot permiten su desplazamiento, incluso en paisajes comprometidos, y tiene un manillar para moverlo manualmente.
Redacción | El Portal de Monterrey