Por: Eduardo Rodríguez Palacios y Zaritzi Michele Sosa / Especial

La coordinadora del Centro Universitario de Estudios de Género de la UANL, Lídice Ramos, calificó de positivo y esperanzador el principio de la igualdad en las democracias, mismo que debe ir alcanzándose en términos sociales.
Agregó, la igualdad es un valor que se reconoce y es aceptado porque impulsa a la construcción de una mejor educación, empleo, relaciones de pareja, familias, y es vital en una sociedad democrática para lograr un armónico desarrollo.
Para la especialista en género, en la actualidad la mujer está colocada en los diferentes entornos sociales, pero el problema es que no hay las mismas condiciones de equidad, porque para lograr este cambio es necesario conseguir la paridad en términos socioculturales.

En términos culturales -agregó la catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras-, se han dado transformaciones significativas como la ley de libre acceso a una vida sin violencia, que consideró un cambio importante.
“Para nosotras, como mujeres, es positivo tener una ley que pueda proteger en términos de la violencia doméstica; pero es muy complicado decir que tener cuerpo de mujer, significa ser persona y tener derechos humanos, y esto es muy difícil para la mente de mucha gente”, expresó.

“Tengo la expectativa que si le damos un vuelco fuerte al ámbito educativo y tomamos en serio trabajar con perspectiva de género a todos los programas y materias, se pueden ver los beneficios, y a corto plazo se verían los cambios”.
Otro detalle inmerso en este problema, es la forma en cómo enseñan a pensar a los alumnos, porque traen una idea patriarcal y una visión muy unilineal de la situación.
“En la educación no importa qué edad tengas, es cómo te presentan la discusión, y tampoco es quitarle derechos a los varones, es una nueva relación entre hombres y mujeres; entonces es necesario que se vaya desterrando la idea de vertical, de poder, de patriarca que controla todo”.
La maestra Lídice Ramos convocó a la sociedad a mantener una mente más abierta, que viera los movimientos de las mujeres como un beneficio colectivo, tanto para los grupos femeninos como masculinos, y que si en realidad se quiere un cambio sociocultural en México, ésta se tiene que abrir a las demandas de las mujeres sin reacciones tan feroces.
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