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¿Qué mexicano o mexicana no ha escuchado las tradicionales arengas lanzadas cada víspera del Día de la Independencia? “¡Vivan los héroes que nos dieron Patria! ¡Viva Hidalgo!, ¡viva Morelos!, ¡viva Aldama!, ¡viva Josefa Ortiz de Domínguez!”, exclama la gente con vigor mientras los fuegos artificiales pintan el cielo de verde, blanco y rojo.
Lo cierto es que estos contados personajes, sin duda claves para el movimiento comenzado en 1810, son figuras que meramente simbolizan el esfuerzo de miles por consumar lo actualmente conocido como la Independencia de México, apunta Luis Alberto García García, profesor de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey.
“Sucede que, especialmente en los inicios, el movimiento tuvo una expansión caótica, por lo que, cuando nos enseñan la historia más simplificada en los salones, nos van dejando fuera a personas que también tuvieron un papel relevante”, señala el experto en historia. “Entonces, la próxima celebración del 16 de septiembre nos da una buena excusa para conocer más de estas personas importantes, sobre todo las del ámbito local”.
Particularmente, García García invita a conocer a Juan Ignacio Ramón. Quizá el nombre suene conocido para las y los neoleoneses, admite. Después de todo, una calle del Centro de Monterrey lleva dicho nombre. Pero su trascendencia va mucho más allá de la nomenclatura: “él nace en Lampazos a mediados del siglo 18 y asciende en la jerarquía militar: alférez, teniente, capitán, estuvo en la Compañía Presidial de la Babia y va a ser Teniente Gobernador de Lampazos en 1791”, señala el docente de la UDEM.
Miembro de una familia con carrera militar, la cual incluye a Domingo Ramón, quien acompañó a Alonso de León en sus expediciones a Texas a inicios de los 1700, Juan Ignacio contaba con un amplio historial de servicio en las fuerzas armadas de la Nueva España. Y sin embargo, añade García García, decide unirse a los insurgentes, llevando la chispa del levantamiento a la zona noreste de la colonia.
Quizá sus motivos para tal giro de 180 grados estaban relacionados con un auténtico deseo de independencia, o tal vez quedaron enraizados en los fuertes choques que sostuvo con el famoso (y despiadado) militar realista Félix María Calleja, quien años antes criticó severamente la manera en que Ramón manejaba su guarnición militar e incluso llevó a juicio al originario de Lampazos por corrupción y abuso de poder.
“Lo que sí sabemos es esto: a finales de 1810, cuando la rebelión de Hidalgo alcanzó el Bajío, Calleja ordenó reunir tropas de lo que hoy es Coahuila y Nuevo León, pero las fuerzas insurgentes también invitaron a estos militares a unirse a la causa. Y ahí es cuando Juan Ignacio Ramón entró al movimiento independentista. Gracias a estas alianzas, en enero de 1811 los insurgentes fueron capaces de tomar Saltillo y Monterrey sin disparar un solo tiro. Pero la balanza del conflicto cambió rápidamente y Ramón fue tomado prisionero junto con la comitiva de Hidalgo. Lo enjuiciaron y fusilaron ese mismo año”.
Más que calificarlo como héroe o villano, patriota o traidor, García García exhorta a juzgar al soldado como una persona que reaccionó ante las circunstancias de la época, ganándose un lugar en la historia de la región: “es una figura de su tiempo, es un hombre interesantísimo de estudiar que, viniendo de una familia militar con fuertes lazos en el noreste, llevó los intereses de esta área a una rebelión de alcance nacional”, dice.
Y así, continúa, es posible mencionar a otras figuras imprescindibles: ¿cómo olvidar al regiomontano Fray Servando Teresa de Mier, autor de ideas en aquel momento polémicas sobre la autonomía de la Nueva España?, ¿o Miguel Ramos Arizpe, oriundo del actual Coahuila que representó a las Provincias Internas de Oriente (entre las que estaba el Nuevo Reino de León) ante las Cortes de Cádiz?
“Todos son muestra de cómo el movimiento independentista inserta a miles de novohispanos”, concluye García García. “Todos hacen la Independencia”.
Redacción | El Portal de Monterrey