Editorial |
Para los mexicanos en general y las instituciones de los tres niveles de gobierno, no hay secretos: prácticamente la totalidad de armas de todo tipo que ingresan al territorio nacional, es por rutas que operan en todos los estados de la frontera norte, mediante la práctica del contrabando.
Entre el 80 y 90 por ciento provienen de Estados Unidos. México no fabrica armas. El reflejo de este armamentismo, en tiempos de paz social, se manifiesta en la muerte violenta de más de 120 mil personas y alrededor de 100 mil desaparecidas en lo que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El exceso de armas abre puertas y anima a la delincuencia.
Las Secretarías de la Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores, estiman que cada año ingresan a México más de 500 mil armas de todos calibres (datos de 2022). Esto equivale a un promedio de mil 370 armas al día por diversas vías fronterizas. El armamentismo en México y en muchos otros países del mundo, es creciente y acorde con la delincuencia, la violencia y la inseguridad.
Hace pocos meses, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, formalizó una demanda ante una Corte Federal en Boston (Estados Unidos), donde señala que “once compañías productoras y distribuidoras de armas promueven prácticas comerciales negligentes e ilícitas”, destinadas al tráfico de armas con destino a México”. Es decir, la demanda fue planteada a las empresas propietarias de armerías, no a instituciones gubernamentales.
En el mismo territorio norteamericano, diez días antes de que ocurriera la matanza de 19 niños de una escuela primaria y dos maestras en la población de Uvalde, Texas, en Estados Unidos, hubo otra matanza en Búfalo, Nueva York, donde otro disparador furtivo asesinó a 10 personas. Allí, la vicepresidenta Kamala Harris declaró que el gobierno de EU “buscará prohibir las armas de asalto”.
Estos acontecimientos lamentables son ejemplo de que la indebida producción, distribución y comercialización de armas en Estados Unidos, debe tener mayor control y experimentar una regulación a fondo, tanto para la seguridad en el propio país del norte, como en sus intenciones de exportación.
Eso de apoyar de manera incondicional a la “Asociación Nacional del Rifle”, para fabricar y exportar armas y municiones fuera de control, es un pretexto para llenar de armas no sólo a México, que es su primer vecino comprador, sino a los demás países latinoamericanos.
Puede ser que el procedimiento de México, de plantear una “demandita” ante la justicia de Estados Unidos, sea positivo, por lo menos para crear conciencia entre empresas productoras de armas y funcionarios del gobierno norteamericano, la evidencia de los ciudadanos mexicanos está en la necesidad de parar esos ríos de armas que llegan por la frontera norte de México. Sin embargo, da la impresión de que el gobierno mexicano desea “agarrar al toro por la cola, en lugar de por los cuernos”, valga la referencia taurina.
Esto, porque el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al respecto, hizo una referencia en ese mismo sentido al señalar que las compañías armadoras de EU, “fabrican armas a la medida de los clientes de México, dedicados a la delincuencia organizada. “La demanda está dirigida a las empresas armadoras privadas, no contra el gobierno de Estados Unidos”.
Tráfico “hormiga”
Todos los días en compartimientos secretos de automóviles o escondidas dentro de camiones de carga o particulares, cientos de pistolas, fusiles de asalto y ametralladoras, cruzan ilegalmente desde Estados Unidos a México.
En opinión de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, ATF por sus siglas en inglés, de EU, en los estados fronterizos con México existen cerca de 23 mil armerías y establecimientos autorizados para la venta de armas.
La forma más común de operación, es el llamado “Tráfico Hormiga”, donde cientos de personas compran por separado una o varias armas, que después entregan a grupos que las envían a México. Se da también la modalidad de “compradores paja”, que es el caso de las “ferias de armas”.
Es común que se realicen en salones de hoteles o centros de exposiciones, incluso en estacionamientos de centros comerciales. De igual manera, son frecuentes las compras en portales de Internet. En esos espacios, difícilmente se aplica la revisión de antecedentes de los posibles compradores. Eso provoca que adquirir un arma sea relativamente fácil; que cualquier persona, aunque tenga prohibido legalmente comprarla, lo puede hacer sin que se le haga ningún tipo de pregunta.
Por: Pascacio Taboada Cortina y Jorge Martínez Cedillo | El Portal de Monterrey
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