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Un estudio de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), que encabeza el doctor Rogelio Salas García, reveló la presencia de aflatoxina M1 (AFM1) en el alimento de los lactantes, una sustancia que en altos niveles pone en riesgo la salud de la madre y los infantes.
El profesor e investigador de la Facultad de Salud Pública y Nutrición de la UANL y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1 explicó que la aflatoxina es una sustancia que se deriva de un hongo existente en algunos alimentos que consumen las mujeres que están amamantando, así como en la leche que se vende en el mercado.
Esta línea de investigación surge de un primer estudio donde se analizaron las fórmulas de leche que están en el mercado. En una segunda etapa se evaluaron las muestras de leche materna de 123 mujeres, quienes respondieron a una convocatoria abierta que hizo el grupo de académicos de la UANL, liderados por Salas García.
Cabe destacar que este proyecto de investigación contó con recursos económicos del Programa de Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica (PAICYT) de la UANL.
Educación para prevenir
La aflatoxina M1 es una toxina de la familia de los asperguillus. Es un hongo que crece en condiciones de humedad y por un mal manejo de almacenamiento de los alimentos, también se puede presentar en el pollo, leguminosas, frutos secos, granos y vegetales.
La alta concentración de esta toxina en los alimentos permite que la aflatoxina llegue al aparato digestivo, entre al torrente sanguíneo y se almacene principalmente en el hígado.
El doctor Rogelio Salas García es autor del estudio “Niveles de Aflatoxina M1 (AFM1) en leche materna como un riesgo a la salud y carcinogénico a los lactantes en Monterrey” y explicó que los resultados de su investigación revelan que esta toxina se encuentra en productos lácteos que están en el mercado, así como en mujeres lactantes.
“En un estudio previo, encontramos la presencia de esta toxina en fórmulas lácteas que están en el mercado y esto tiene mucho que ver con el procesamiento de estos productos y su almacenamiento.
“Es un riesgo latente y significa que las normas oficiales que son de observación aleatoria tienen que ser más estrictas para que este tipo de sustancia en alimentos que son para lactantes tengan las características de inocuidad necesarias y que no representen un riesgo para su salud”, advirtió el especialista.
Los procesos estrictos de supervisión de las fórmulas lácteas deben ser más eficaces, la sustancia puede estar presente, pero no en los límites alto de riesgo.
“La Unión Europea marca que superior a 25 nanogramos por litro ya representa un riesgo alto; en nuestro estudio, en toda la muestra, el 13 por ciento supera este valor.
“En el caso de la industria que pone en el mercado este producto, hacemos el llamado para que cada etapa del suministro de alimentos debe ser vigilado, supervisado y aplicando la normativa correcta para prevenir y si está presente [la sustancia] que no sea en las cantidades en riesgo”, señaló Rogelio Salas García, doctor en Nutrición Humana por la Universidad de las Islas Baleares España.
La segunda línea de investigación que se desarrolló sobre la aflatoxina, ya se consideró a las mujeres lactantes para observar comportamiento simular a la fórmula láctea.
“Con la leche materna vimos que también tiene una alta concentración y muy variada, desde los cero años a 25 meses de edad el lactante está expuesto con la leche materna y disminuye la concentración conforme aumenta la edad y el periodo de lactancia, pero varía mucho desde los cinco nanogramos a los 66 nanogramos presentes en las muestras.
“En el caso de las 123 mujeres participantes en este estudio, se analizó la dieta de las mujeres lactantes, se aplicó un instrumento de frecuencia y recordatorio de 24 horas y se observó asociación importante con carne de pollo, leguminosas, frutos secos, granos y vegetales.
“Por las características bioquímicas que tiene la aflatoxina es que se almacena en el hígado y es donde se generan los principales daños, considerando en este proceso el tiempo de exposición a la toxina”, explicó el doctor adscrito al Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.
“Hay una característica ‘amable’ en la toxina, ya que al almacenarse en la parte digestiva puede eliminarse en un plazo de 72 horas con una dieta y consejería en la elección de los alimentos a consumir y su almacenamiento”, continuó.
Es importante que las mujeres lactantes puedan seleccionar de manera adecuada los alimentos, acceder a una orientación nutriológica y tener conocimiento del manejo de almacenamiento de los alimentos en el hogar.
Junto con el doctor Rogelio Salas participan las doctoras Aurora de Jesús Garza Juárez, Alexandra Tijerina Sáenz y Mirna Elizabeth Santos Lara, profesoras del Centro de Investigación en Nutrición y Salud Pública, de la Facultad de Salud Pública y Nutrición, y de la Facultad de Medicina de la UANL, entre ellas, así como la estudiante de posgrado Nallely Acosta Elías.
Redacción | El Portal de Monterrey