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Realizan entrega del Premio Museo de Historia Mexicana

Cultura |

El Patronato de los 3 Museos de Historia y 3 Museos entregaron los premios a los ganadores de la 5ª edición del Premio Museo de Historia Mexicana. Investigaciones sobre el Noreste de México, en sus dos categorías: Trabajos de Investigación y Tesis de Posgrado.

El trabajo de la escritura de la Historia es arduo y la búsqueda de las fuentes es una labor muy personal y complicada ¡Cómo no! . Señaló Adriana Gallegos Carrión, quien agradeció a los galardonados su determinación, al jurado su gran labor en dictaminar los trabajos que presentaron y a la Fundación Alfa su compromiso con la cultura y educación al ser la patrocinadora del premio.

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Consideró que la calidad de las investigaciones eleva a un mayor nivel a este certamen y que es un gran triunfo para la escritura de la Historia y aseguro “Vamos por más”.

Claudia Yarte, presidenta del Patronato de 3 Museos, agradeció a los los investigadores y jurado su participación en el concurso y dijo mirar al pasado “nos ayuda a entender sociedad y nuestro futuro, a tener una mejor comprensión de nosotros mismos. En una época en la que dependemos de la tecnología da esperanza contar con la investigación de nuestro entorno, el cual nos permite sentir y conocer nuestra identidad. Da esperanza contar con la investigación de nuestro entorno”.

Para la 5ª Edición del premio se recibieron 32 trabajos que fueron evaluados por el Jurado Calificador integrado por los doctores Edna Ovalle Rodríguez, de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán; Gustavo Herón Pérez Daniel, de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en Chihuahua y Veronika Sieglin Suetterlin, de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Trabajos de investigación

El primer lugar “Arqueología e Historia posthumana del antiguo arte rupestre de México: un caso de investigación en San Luis Potosí”, es una investigación realizada por el arqueólogo José Chessil Dohvehnain Martínez Moreno.

Es un trabajo sobre al arte rupestre de grupos nómadas que interactuaron por más de un milenio, en el centro de San Luís Potosí con los pueblos sedentarios y seminómadas. Analiza la cosmovisión y las construcciones identitarias grupales y comunitarias de las tribus de cazadores y recolectores.

Para Edna Ovalle el trabajo es una excelente investigación interdisciplinaria que une los estudios de la arqueología y etnohistoria que se ocupar de un tema poco abordado y utiliza el enfoque de la teoría posthumana.

“El autor se acerca por medio del arte rupestre como ventana al pasado. Con tal de evitar interpretaciones que proyecten la cosmovisión moderna – caracterizada por la relación instrumental entre humanos y no humanos – sobre el objeto de estudio, establece, en el primer paso, un riguroso ejercicio teórico basado en la teoría posthumana el cual guía la interpretación del material. Al igual que la exploración empírica, la interpretación se basa en una metodología rigurosa, fundamentada y detalladamente descrita”, indicó Veronika Sieglin.

El trabajo permite comprender que el ser humano es producto de su tiempo y no se puede generalizar sobre otras culturas o civilizaciones pasadas, “este trabajo demuestra que el vínculo dominador y explotador que las sociedades humanas sostienen con el mundo y los demás seres que lo inhabitan es de carácter histórico y por ende superable. Si pueblos pasados han sostenido otros vínculos con el medio ambiente, es posible que las sociedades actuales seamos capaces de corregir el rumbo de nuestro propio desarrollo”, aseguró Sieglin.

“El arte rupestre nos ofrece una ventana única a la experiencia humana de la antigüedad, no solo por las características de su vasta presencia, sino también por mantener a lo largo de los siglos una característica privilegiada: lo encontramos justo en el lugar donde las personas que lo crearon querían que estuviera”, agregó Gustavo Herón Pérez Daniel.

El arqueólogo José Chessil Dohvehnain Martínez Moreno, señala que durante décadas, el arte rupestre ha sido objeto de amplia investigación en México desde la arqueología, la antropología y la historia por ser un vestigio cultural de relevancia patrimonial, pero ha sido poco o nada estudiado en San Luis Potosí, lugar de importante intercambio y conexión cultural desde tiempos prehispánicos con el Noreste como con el resto de Mesoamérica. Su investigación se realizó en el sitio arqueológico del Área Natural Protegida de la Sierra de San Miguelito, en la Zona Centro de San Luis Potosí.

El Segundo lugar de la Categoría Investigación fue para “El otro lado del progreso: condiciones laborales y disciplina fabril en Monterrey (1890-1910)” del historiador Oscar Abraham Rodríguez Castillo.

Edna Ovalle señaló que la investigación se ocupa de mostrar un aspecto poco abordado de la industrialización de Monterrey: la casi inexistente reglamentación laboral y vida del obrero al interior de la producción.

En tanto, Veronika Sieglin puntualiza que la investigación rescata la memoria colectiva de las aportaciones de los obreros y trabajadores de Nuevo León a la acumulación de la riqueza, en un tiempo donde el Estado porfirista se rehusó a intervenir en la relación obrero-patronal dejando las condiciones de trabajo y las remuneraciones al libre juego entre oferta y demanda. Sin embargo, el crecimiento de las industrias, el ensanchamiento de los ejércitos de trabajadores organizados y los numerosos accidentes laborales, que terminaron con la muerte o discapacidad de los obreros, obligaron a establecer las primeras leyes sanitarias para garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores.

Tesis de posgrado

En la categoría de Tesis de Posgrado, el primer lugar fue para la tesis de maestría “Pregonar la paz, expandir el vicio: el aumento de la circulación del tabaco, y su introducción en las políticas de pacificación, reducción y congregación en el Nuevo Reino de León, (1626-1748)” de Mijael Obando Belard Silvano, realizada para El Colegio de San Luis, A.C.

La investigación aborda la integración de los pueblos indios a la colonización a través del consumo de tabaco en una franja geográfica que se extiende de Monterrey y Saltillo hasta la región de San Antonio en Texas durante el siglo XVII y XVIII, un tema poco trabajado, que, está presente en una gran cantidad de fuentes documentales nacionales e internacionales.

También reivindica a los indígenas norestenses, dejando de lado una visión pasiva de los mismos “Si bien es un tanto extenso en la parte correspondiente al uso médico del tabaco, es una excelente tesis, escrita, a pesar de la complejidad de su temática, en un lenguaje claro, sencillo y ameno”, señaló Edna Ovalle.

“La idea de que los vecinos del reino entregaban tabaco a los indios, teniendo presente que este producto generaba una dependencia en su consumidor, generando en los naturales una necesidad para poder obtener determinados beneficios de ellos, suena a algo más viable, pues en una gran variedad de documentos del siglo XVII y XVIII se pueden encontrar referencias de españoles mencionando como esta planta genera una gran atracción para aquellos que lo consumen, siendo hispano, indio o negro”, indicó Gustavo Herón Pérez Daniel.

Veronika Barbara Sieglin comentó que una gran parte de la discusión sobre la colonización del norte de México y sur de Estados Unidos por la Corona española se centra en la costosa guerra militar contra los pueblos indios nómadas y seminómadas que radicaron en estas tierras, que sin embargo no garantizaban la paz.

Con el consentimiento de la Corona, los mercaderes españoles aprovisionaron a los pueblos indios de tabaco y otros productos para entablar relaciones diplomáticas y acercar a las tribus nómadas con los indios Tlaxcaltecos, quienes les instruían en la agricultura para que se asentaran en el territorio y fueran evangelizados por la Iglesia. Una estrategia centrada en la transformación de los cuerpos: estableciendo vicios y adicciones para subvertir resistencias y someterlos finalmente al poder político y económico español, agregó Sieglin.

Con su trabajo, Mijael Obando Belard explica que esta práctica inició con el gobernador Martín de Zavala (1626-1664) y continuó hasta la primera mitad del siglo XVIII extendiéndose a  Coahuila y Texas, según los registros escritos por gobernadores, capitanes de guerra, vecinos del Nuevo Reino de León, miembros de la audiencia real de México o del Consejo de Indias, que se pueden consultar en los archivos de Nuevo León, Ciudad de México y Veracruz, en la New Berry Library de Chicago y en Archivo General de Indias de Sevilla.

Segundo lugar “Matehuala: poblamiento e incorporación de una zona de frontera de la América septentrional a la Monarquía Hispánica, (1600-1750), fue para la tesis de doctorado en Historia de David Ricardo Martínez Romero, para el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, Unidad Peninsular, Mérida, Yucatán.

Para Edna Ovalle, la investigación rescata el protagonismo de los actores locales y la interacción entre los diferentes grupos indígenas, lo cual en su dinámica local muestra una frontera compleja y poco estudiada.

Sieglin señaló que el estudio ilustra cómo la expansión de fronteras no se debe, como a menudo se piensa, a procesos de conquista y ocupación militar y su posterior administración por funcionarios políticos, sino a la creación de pequeños asentamientos humanos y unidades agropecuarias que interactuaron con pueblos nómadas y seminómadas independientes y los integraron en las redes y circuitos económicos y políticas de la Colonia.

David Ricardo Martínez Romero, autor de la tesis, señala que su investigación abarcó de finales del siglo XVI, cuando el espacio era controlado por el grupo autóctono de los guachichiles, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, en que se consolidó el control hegemónico de la Monarquía Hispánica.

Durante este periodo la región no destacó por una explotación de minerales o de otro tipo de riquezas, tampoco por la producción agrícola o de productos, ni siquiera por tener una densidad demográfica media o alta. Lo poco que puede mencionarse es el aprovisionamiento del ojo de agua de Matehuala, donde se abastecían los numerosos hatos ganaderos que agostaban todos los años en el Nuevo Reino de León. Más allá de eso, no hay mucho por destacar, comenta el historiador.

Los ganadores de los primeros lugares de este concurso recibieron un premio de 80 mil pesos y los ganadores del segundo lugar 20 mil pesos, respectivamente.

Redacción | El Portal de Monterrey

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