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Reyes el Universal, es recordado en su Natalicio

Por:  Alma G. Ramírez Castillo / Personajes

Nunca como ahora la obra de Alfonso Reyes ha sido tan difundida en Nuevo León como en estos tiempos en que autoridades de Ciudad Guadalupe, la UANL y del Estado rindieron homenaje póstumo en su natalicio.

Alfonso Reyes, ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano, el regiomontano Universal nació en Monterrey un 17 de mayo de 1889  y falleció en la Ciudad de México en el año de 1959.

Muchos sitios de internet destacan la gran obra de Alfonso Reyes, pero http://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/reyes.htm, sin duda nos frece una de las mejores biografías dedicadas al Regiomontano Universal.

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Para el Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Jesús Áncer Rodríguez, el escritor Alfonso Reyes pertenece a lo mejor de la literatura de occidente.

Hoy su obra se expone a maestros y alumnos universitarios en la Capilla Alfonsina de la UANL donde se hace lo que fue Reyes desde temprana edad: un incansable promotor cultural.

Vivió desde su infancia una vida holgada, siendo hijo del General Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León, secretario de la Defensa Nacional y hombre de todas las confianzas del Presidente, Porfirio Díaz,

Tuvo a su alcance una gran cantidad de obras de literatura de todos los tiempos y de todos los géneros, los libros eran sus videojuegos, sus apps y sus gadgets, donde adquirió experiencias formidables acerca de la vida de otros países y otras culturas.

Su pasión por la lectura le llevó a pertenecer al selecto y brillante grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México, donde creció y convivió con hombres de la talla de Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos, donde formaron el grupo el Ateneo de la Juventud, con la visión de buscar un México moderno y contemporáneo a la par de naciones desarrolladas del mundo.

En México, pero principalmente en Nuevo León buscó promover y consolidar importantes instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento como la Universidad del Norte, como le llamó a la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Grandes escritores del siglo XXI como  Octavio Paz y Carlos Fuentes, declararon en su momento haber sido influenciados por la literatura de Reyes.

Al terminar su carrera de Derecho y dolido por la muerte de su padre, el General, Bernardo Reyes, durante la Décena Trágica en México, decidió refugiarse en París.

En 1914 publicó Cuestiones Estéticas.

Pese a lo consternado y profundamente herido por los acontecimientos de la Revolución Mexicana y el fin del Gobierno democrático de Francisco I. Madero, Reyes vivió el estallido de la primera guerra mundial, obligándose a refugiarse en España, donde pronto contó entre sus amigos a Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna con quienes compartió experiencias y trabajos de literatura.

Sus obras empezaron a verse enriquecidas gracias a muchos vocablos de lengua española que en México poco uso tenían. Mucho de ese contacto le sirvió para perfeccionar su estilo, más definido, mucho más expresivo con esas construcciones gramaticales que hasta entonces no se usaban.

Su trabajo comenzó a ser valorado cuando presentó su libro Visión de Anáhuac en el año 1915, porque se trataba de una literatura prehispánica lúcida, poética y una de las lecturas obligadas en las universidades respecto a la riqueza de nuestra cultura madre.

En 1927 fue invitado a colaborar como Embajador en Argentina, donde conoció al joven escritor Jorge Luis Borges, gracias a su escrito El Aleph.

Años después, en 1933, escribió el volumen Romances del Río de Enero durante su estancia en Brasil, para finalmente regresar a su México querido donde convirtió su casa en una gran biblioteca y estudio, hoy en día transformada en un museo dedicado a sus obras por los hombres de cultura a través de la Capilla Alfonsina.

Sus logros más notables Reyes los alcanzó en el campo del ensayo bajo los temas de la teoría y literatura,  la Historia de Grecia, la Novela Policíaca y las Raíces Históricas de México. Sus obras a partir de su regreso a México son Cuestiones Gongorinas (1927), Tránsito de Amado Nervo (1937), La Experiencia Literaria (1942), El Deslinde (1944) y Los Trabajos y los Días (1946).

Reyes es uno de los pocos autores que publicó sus Obras Completas las cuales constan de 28 tomos donde demuestra su avasallante autoría atractiva y consistente con un vasto lenguaje, enriquecido y brillante, en muchos de los casos excepcional.

Baste con leer el poema dramático Ifigenia Cruel de 1924, al cual los críticos han señalado que se trata de lo más sublime de la tradición griega.

Destacan su cuento La Cena, escrito en El Plano Oblicuo en el año 1920, demostrando ser un pionero del llamado realismo mágico, que hoy muchos comparan con  la obra de el Aura del también mexicano, Carlos Fuentes.

Otras importantes obras son la Oración del 9 de Febrero escrita en 1963,  texto póstumo que Reyes dedicó a la muerte del General, Bernardo Reyes, su padre. Otros escritores le recuerdan por sus citas sobre arte culinario en Memorias de cocina y bodega de 1953 o sus operetas ligeras con mucho humor y sabor a sátira. Y qué tal sus obras de ficción tan destacadas como el Árbol de pólvora escrita en 1955 o  Los Tres Tesoros de 1955, que en su momento inspiró al cineasta, R.L. Stevenson para su argumento cinematográfico.

La figura de Alfonso Reyes le llevó a ser Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y del Colegio Nacional, además de ser fundador del Instituto Francés de América Latina y de El Colegio de México.

Este gran escritor regio alcanzó por sus méritos el Premio Nacional de Literatura en 1945, el Premio de Literatura Manuel Ávila Camacho en 1953 y fue galardonado por el del Instituto Mexicano del Libro en 1954 y hoy en día la Universidad Autónoma de Nuevo León le mantiene un espacio conocido como Capilla Alfonsina, en tanto el municipio de Ciudad Guadalupe le tiene un monumento en la colonia Contry, donde, alcaldes como César Garza Villarreal, le rinde homenaje en su natalicio.

 

 

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