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Y de pronto sucedió. La pandemia modificó por entero las relaciones y de pronto el hogar se convirtió en el mundo entero y todos se encontraron realizando actividades como nunca antes, por ejemplo, una mayor atención hacia el cuidado de las plantas del hogar o las mascotas.
Hace poco menos de un año, la presencia del sol hacía florecer los días de marzo en las plantas dando color a cada rincón de la casa. Las flores o “matas”, como las llaman las abuelas, han sido parte de la familia. Durante la pandemia, el cuidado de estos seres vivos se convirtió en una herramienta de primera mano situándose como un acompañamiento positivo.
Con las plantas, el primer paso es comenzar por conocerlas, recomienda la Dra. Marisol González Delgado, experta en botánica y catedrática de la Facultad de Agronomía (FA) de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Y es que las plantas vienen a significar una presencia silenciosa, pero indispensable para el equilibrio del hogar. Su relación con el frío nunca ha sido buena, señala González Delgado, quien imparte las unidades de botánica, ecología y fisiología vegetal en la FA.
“Sabemos que éste llega a afectar severamente el desarrollo y crecimiento de una planta. Los daños que observamos en el exterior son producto de alteraciones que se producen en el interior, lo cual las lleva a un debilitamiento de su actividad funcional”, señaló la especialista.
La clave del cuidado está en el agua
El agua constituye del 60 a 80 por ciento de todos los seres vivos. González Delgado comentó que en el caso de las plantas, las células tienen agua en su interior, pero también fuera de ella; lo que se trata de establecer un equilibrio del agua por el bienestar de la misma planta, por lo que el agua se llega a mover por un proceso conocido como ósmosis.
“Cuando se presentan temperaturas frías de manera lenta o gradual, el frío penetra en la planta, y lo primero que encuentra es el agua que está en el espacio intercelular, es decir, fuera de la célula, el cual se congela inmediatamente”, mencionó Marisol González Delgado.
“Pero al no existir agua al exterior de la célula, entonces el líquido que se encuentra en el interior tiende a salir en la búsqueda de un equilibrio, por lo que la planta, mientras eso sucede, entra en un proceso que se conoce como plasmólisis, es decir la célula se empieza a deshidratar, a contraerse” dijo la experta en botánica y catedrática de la Facultad de Agronomía de la UANL.
“Si la temperatura aumenta, el proceso se reinvierte, y el agua empieza a moverse hacia el interior de la célula llenándose y recuperando a su funcionalidad”, detalló.
¿Qué pasa si las temperaturas bajas continúan por largo tiempo, o si el descenso de la temperatura es muy brusco?
“No solo se va a congelar el agua que estaba al exterior de la célula, sino también la que se encuentra en el interior de ésta, ocasionando con esto el aumento de volumen o tamaño, destruyendo la membrana que protege la célula, y por ende la planta se marchita y muere”, señaló González Delgado.
¿Qué hacemos con las matas?
Quien considere que después de la última helada sus plantas no tienen la mínima posibilidad de sobrevivir, debería esperar un poco. González Delgado comparte algunos consejos para comenzar o reestablecer una relación saludable entre las flores y los miembros de la familia.
- Estar pendientes de las condiciones climáticas que se van a presentar en la semana.
- Hacerse de hojas de hojarasca, corteza de árbol o estiércol de animal y colocarlo en el suelo para conservar el calor.
- Otra recomendación consiste en el uso de mallas térmicas o mantas gruesas para una mayor protección.
- Buscar un fertilizante para suelo o foliar. Esto ayuda al crecimiento de microbiota, al ser absorbidos por la planta mejorará la condición del suelo. Le ayudará a corregir las carencias más rápidamente.
- Podemos hacer un fertilizante casero. Usamos la cáscara de huevo. Puede ser macerada directamente e incorporada al suelo. También podemos realizar una infusión: aproximadamente seis cáscaras de huevo se ponen a hervir y esa infusión se aplica en atomizador y se rocía a las plantas.
La experta recomienda revisar si en las plantas ya se presentan algunas condiciones dañadas, en donde es cuestión de retirar las hojas muertas, y revisar si existe daño en los tallos. Sin embargo, advirtió que hay que tomar en cuenta la posibilidad de que vuelvan las bajas temperaturas, ya que los tallos y hojas marchitas pueden proteger a las que aún continúan con vida.
En caso de observar que en nuestra planta se presentan coloraciones oscuras o áreas necróticas, tal vez sean daños irreparables en el tejido, y ya no habría posibilidad de recuperar nuestra planta.
Para quienes no tienen el tiempo suficiente para dedicarlo al cuidado de las plantas, pero cuentan con algunas especies y desean conservarlas, González Delgado tiene algunas recomendaciones.
“Para evitar que vuelvan a suceder este tipo de experiencias o sobre todo si no somos personas que no contamos con mucho tiempo para el cuidado de las plantas, lo mejor sería elegir especies naturalizadas que se hayan adaptado las condiciones naturales que tenemos en la localidad; sin embargo, considero de suma importancia el uso de plantas nativas de la región como el ébano, el huizache o el mezquite, tal vez especies no muy ornamentales, pero que resisten muy bien las condiciones del clima”.
Si quieres más información relacionada con este tipo de temas, puedes acudir a las cuenta de Facebook de la Facultad de Agronomía (@UANLAgronomía), y serán canalizados con un experto en la materia.
Fuente: PuntoU / El Portal de Monterrey