El Portal de Monterrey
Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
El atentado no ocurrió en medio de la sierra de Guerrero o en las inmediaciones del desierto zacatecano. No, el intento de asalto contra una familia de mexicanos provenientes de Chicago ocurrió a las puertas de Monterrey, en la salida de la autopista a Laredo, en el municipio de Ciénega de Flores.
Y ante la ausencia de oficiales y patrullas de la cacareada corporación del sexenio, la Guardia Nacional, que ha dado más penas que glorias en los auxilios carreteros, en la protección de viajantes, y en todos sus encargos, un humilde operador de autobús, fue quien sacó la casta y al atravesar su pesada unidad, impidió el paso del vehículo en que viajaban asaltantes armados que perseguían a la familia, sabrá Dios con qué oscuras intenciones.
Ah, y no crea usted que esto ocurrió a media noche o en la madrugada: los hechos quedaron registrados a las 10 de la mañana, como ya dije, en las puertas de Monterrey, casi a la salida del Aeropuerto del Norte, y de la Séptima Zona Militar, y aunque hubo versiones de que los malandros dispararon en contra de la familia no se habló oficialmente de lesionados.
Policías del municipio de Ciénega de Flores y de Fuerza Civil salieron al quite y auxiliaron a los alarmados paisanos, ante la usencia de la Guardia Nacional que por ningún lado o camino o vereda se ve en Nuevo León.
Este es el recibimiento que les damos a esos héroes nacionales llamados paisanos, quienes en sus hombros y con su sudor y ausencia mantienen la economía mexicana.
Y vuelvo a preguntar ¿y la Guardia Nacional?
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