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China cuenta con una política industrial basada en innovación y emprendimiento tecnológico, llamada Made in China 2025, que en pocos años la ha llevado cerca del liderazgo mundial, aunque son imprevisibles los efectos que pueda tener eso que hoy es solo una guerra comercial y tecnológica.
De acuerdo con Renato Balderrama Santander, director del Centro de Estudios Asiáticos de la UANL, la percepción de que el surgimiento de esta potencia asiática provocará un “juego suma cero” –lo que China crezca y gane de mercado es lo que Estados Unidos pierde– puede llevar, “irremediablemente, a una guerra que hoy es comercial y tecnológica, pero que todavía no pasa a la parte bélica”.
El investigador universitario impartió la conferencia virtual La nueva hegemonía mundial: el dominio de China de las tecnologías emergentes, la tarde del miércoles, como parte de la X Feria Internacional UDEM, dedicada a China.
“Tenemos dos Washington, dos visiones de Estados Unidos de cómo llevar a cabo esto: cada quien peleará por sus intereses, pero tienen que encontrar espacios en el siglo XXI de diálogo y de consenso, porque, si es al estilo Donald Trump, de manera unilateral y violenta, esto solo provocará daños colaterales, de los cuales no se pueden prever sus efectos en el mediano plazo y mucho menos en el largo”, advirtió.
Balderrama Santander señaló que, en el caso de América Latina y resto del mundo, es necesario definir por cuál de los bandos apuestan, además de crear inteligencia federal, estatal, industrial y educativa, tanto en universidades públicas como privadas, para establecer la forma en que “atacarán” la situación.
Durante su exposición, destacó que, actualmente, China es muy fuerte es tecnologías disruptivas: es líder en autonomous driving, smart cities y facial recognition, así como en tecnologías clave: baterías de vehículos eléctricos, robots industriales e inteligencia artificial.
Pero la potencia asiática es débil en las tecnologías fundacionales: semiconductores, nuevos materiales e investigación básica; y, aunque lo que ha hecho en muy corto tiempo “es un milagro”, tiene un déficit en su base comercial de high tech products, con relación al mercado asiático: Taiwán, Corea y Japón, así como Estados Unidos.
“La debilidad de China es la investigación básica, semiconductores y nuevos materiales, que los norteamericanos lo saben y aquí van a atacar con todo, no les van a permitir ese desarrollo, van a bloquear y prohibir”, alertó.
El especialista indicó que el enfoque del gobierno chino en proyectos a nivel nacional y regional está en la nueva generación de tecnología informática: microprocesadores y procesadores, que es el corazón de la cuarta revolución industrial.
Agregó que ha priorizado también la nueva generación de la industria de la inteligencia artificial: los microchips y la producción de smart products: smart connected cars, smart service robots, video image identification systems, smart home products, smart drones y smart voice interaction systems.
“La cantidad de recursos que está invirtiendo es impresionante; lo que es nuevo es que ya no es un enfoque Cath Up, sino uno Leap Frog, con el que China ya es líder, ahora lo están siguiendo a él”, estableció.
El reto es que China sigue siendo fuertemente dependiente de componentes extranjeros de tecnología, sobre todo, componentes de Estados Unidos y, particularmente, microprocesadores y microchips.
“Estados Unidos produce, prácticamente, la mitad de los microchips en el mundo y el mayor comprador es China; de hecho, hoy en día, produce mucho más Corea, Taiwán y Japón que China”, detalló.
Es así que parte de la guerra con Estados Unidos –que no es comercial, es tecnológica– es cerrar su mercado de microchips a China y evitar vender empresas que los fabrican.
“El gran problema de Estados Unidos es que, si ya no les vende a los chinos, ¿ahora a quién le va a vender?, porque tiene una capacidad instalada y el resto del mundo no va a crecer en esas condiciones”, explicó.
“Hoy sigue dominando el intercambio de alumnos con destino a Europa y Estados Unidos, pero muy pocos piden China y Asia; si yo fuera ustedes, estaría pensando –aún con todo y COVID, que pasará– que mi destino, durante el pregrado, el posgrado o como un espacio de trabajo, sea una nueva plataforma llamada Asia”, sugirió.
Redacción / El Portal de Monterrey