lunes , octubre 14 2024

DE NORTE A SUR / Campesinos son usados como carne de cañón

Editorial /

De todos los revolucionarios mexicanos, Emiliano Zapata sigue siendo el más admirado, la historia dice que la ambición no lo dominó, ni siquiera lo tentó el poder de una silla, sólo luchó por lo que le correspondía y llevó a otros a hacer lo mismo, con ideales de justicia. Este 8 de agosto recordamos otro aniversario de su nacimiento, en el designado año de Zapata, que en lugar de brillar es opaco y desolador.

En el año del caudillo del Sur, como lo denominó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los campesinos toman las calles de las ciudades, exigiendo el apoyo que por años se les ha dado como limosna, los indígenas en defensa de su territorio se enfrentan a gigantes depredadores y en el intento son asesinados, en el extranjero los mexicanos son perseguidos por fanáticos que retoman la retórica de gobernantes que se esconden detrás de sus leyes inhumanas.

Los paisanos que cruzan la frontera, arriesgándose al odio racista y fanatismo de grupos supremacistas, ya no buscan el dichoso sueño americano, porque están conscientes de que no existe, van a otros países a sobrevivir, porque en México, en el caso de los campesinos, no hay herramientas de trabajo, no hay recursos económicos para la siembra, no hay fertilizantes y está frenada la comercialización.

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Ahora con el nuevo gobierno en que se pretende acabar con la corrupción que impera en las organizaciones campesinas, sus dirigentes los han tomado una vez más como carne de cañón con tal de no perder sus privilegios, pues de los millonarios presupuestos que cada año se autorizan para el campo, la mayor parte se queda en estos supuestos gestores y en los grandes empresarios del agro, incluidas las grandes empresas trasnacionales.

Es por esto que vemos ahora cómo los líderes se desgañitan, entre otros: la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), que amenazan con cerrar carreteras este jueves y viernes para exigir 14 mil millones de pesos que dicen están en el aire.

Por otra parte trabajadores del campo afirman que los números están maquillados, es el caso de Tlaxcala, donde datos del gobierno afirman que se cultivaron 220 mil hectáreas de maíz, cebada, avena y otros granos, mientras que el dirigente de la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas (Coduc), Alejandro Martínez Hernández, desmintió el dato y dijo que apenas el 30 por ciento de los productores lograron recuperar sus cultivos debido al periodo de sequía en los primeros meses del año.

Así como las palabras del presidente estadunidense que habla de invasiones extranjeras, mismas que retomó el asesino de El Paso, Texas, en su manifiesto racista, son las acciones de este gobierno que orilla a los más pobres a sobrevivir de cualquier manera, dejando como opción la migración o la delincuencia.

Las empresas agrícolas se aprovechan de las necesidades de los trabajadores que ya sea con o sin permiso llegan a sus campos, para ser explotados bajo un sol abrazador, en medio de la misma miseria que intentaron dejar en sus tierras y además perseguidos por la policía y leyes que carecen de derechos humanos.

Un reportaje de El País dice que en estos campos por lo menos 80% son mexicanos sin papeles, en su mayoría indígenas de los Estados de Oaxaca, Sinaloa y Guerrero. Asentados en un territorio donde carecen de mucho, al igual que en sus entidades de origen, así se dan cuenta que el sueño prometido seguirá siendo eso, allá viven peor, con el miedo latente de ser atrapados por la migra, como se conoce al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés), que separa familias, un constante terror de quienes llevan décadas ocultos, la deportación inmediata o el encarcelamiento.

En cultivos estadounidenses se gana poco más de 1,600 pesos por cinco horas de trabajo, exponiéndose al daño de pesticidas y en las mínimas condiciones de seguridad, no hay rango de edades en el campo, para un capataz es lo mismo un niño de 10 años que un adulto de 30 o 60. El reportaje de Michael Greenberg destaca que “En 2010, los obreros indocumentados pagaron alrededor de 10.600 millones de euros en cuotas a la Seguridad Social, un dinero que fue a engrosar las pensiones de jubilación de los estadounidenses, una prestación que estos trabajadores nunca cobrarán”.

Los descendientes de Emiliano Zapata siguen esperando justicia, los campesinos la Reforma al Campo, que desde hace décadas en México es una quimera. Los ideales del Caudillo del Sur siguen vigentes en el año decretado en su memoria. Pero poco o nada se ha avanzado en los derechos laborales y humanos, el gobierno les sigue debiendo mejores oportunidades de vida.

Por: Abigail A. Correa Cisneros / El Portal de Monterrey

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