Editorial |
Once Varas | Por: Obed Campos
Las notas de prensa señalan las amargas e innegables diferencias: El pasado viernes 3 de marzo, cuatro ciudadanos estadounidenses afroamericanos que cruzaron la frontera supuestamente para realizarse una operación estética, fueron secuestrados con lujo de violencia y a plena luz del día por sujetos armados en la convulsionada Matamoros, Tamaulipas.
Días atrás, concretamente el 25 de febrero, Marina Pérez Ríos, de 48 años; su hermana, Maritza Trinidad, de 47, y su amiga Dora Alicia Cervantes Sáenz, de 53, desaparecieron sin dejar rastro en China, Nuevo León, cuando aparentemente se equivocaron de camino. Las mujeres venían de la frontera a vender ropa.
La diferencia en ambos casos es la ciudadanía de los involucrados: los de Matamoros eran ciudadanos norteamericanos. El trío de damas desaparecidas en Nuevo León, mexicanas.
Y como bien escribe Chava Portillo el día de hoy “Qué diferencia de proceder. Existen en México cientos de personas desaparecidas, mujeres violentadas y violadas, niñas secuestradas y prostituidas, hombres mutilados, colgados, muertos, poblados enteros como Jerez, Zacatecas desolados…”
La presión de las autoridades norteamericanas no se dejó esperar ni se disimuló, y, no hay que ser malpensados porque pese al infortunio de que dos de los norteamericanos hallan sido encontrados sin vida, uno lesionado y otro ileso, de las tres ciudadanas mexicanas nada se sabe hasta el momento.
Y peor, porque no parece que la autoridad mexicana, ni la estatal ni la federal le ponga tantas ganas a el caso de las connacionales.
¿Será porque no hay una embajada poderosa presionando?
¿O hay prioridades que ponen primera y segunda clase en las desapariciones?
Amarga e imposible de ocultar diferencia.
UNA RAYITA MÁS AL TIGER
No, no es error de dedo: escribí “Tiger” en lugar de “tigre”, por aquello de que el alcalde Jesús Angel Nava Rivera, “Tofito”, me recuerda más al personaje de la caricatura Winnie Poo, el gracioso “Tiger” que se la pasa saltando sobre su cola de resorte.
El caso es que lo que le cuento es una rayita más al “Tiger” del alcalde “Tofito”: la panista regidora Marisol Castro, quien es presidenta de la Comisión de Educación y Cultura fue ignorada y maltratada en el evento del Día de la Bandera donde ni siquiera fue nombrada como parte del presídium.
Encima, Marisol ha sufrido el bloqueo constante a su labor como representante del Cabildo santacatarinense, por lo que esta mañana sentará una denuncia por violencia de género contra servidores públicos del Gobierno de Santa Catarina.
La edil será acompañada por regidores y síndicos panistas, miembros de aquel cabildo, y sentará la queja ante el Tribunal Estatal Electoral.
Pero no para ahí: también presentará la denuncia en las oficinas de Comisión Estatal de Derechos Humanos.
A ver si no queda como una rayita más…
Las expresiones e imágenes vertidas en esta columna de opinión, son responsabilidad únicamente de su autor y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Portal de Monterrey