lunes , mayo 13 2024

Migración y eufemismo

Editorial |

Once Varas Por: Obed Campos

Que nos quede claro este asunto: ni todos los migrantes son unos delincuentes ni todos salen de sus tierras con malas intenciones.

Esos, los malandros, son más bien la minoría y no se necesita que sean ajenos.

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Son principalmente dos razones las que impulsan a la gente a dejarlo todo: el hambre o el miedo y a veces las dos al mismo tiempo.

Hambre porque en sus lugares de origen ya no hay trabajo ni recursos… Y miedo, ya sabe usted, porque en países, como el nuestro, la que impera es la ley de la delincuencia, que no es ley, aunque diga lo contrario cierto personaje trasnochado y mañanero. Esa es la causa del miedo.

¿Correcto?

Pero de ahí, a que una caterva de simuladores con títulos de “periodismo” y que, como diría el gran maestro Hugo L. del Río, ese sí, periodista, “no escriben ni el remitente de una carta”, y nos hayan obligado, por ley, a cambiarles el nombre a las cosas es que la situación de ese fenómeno ha alcanzado los niveles intolerables que ahora vivimos.

Porque para dar la noticia, ahora resulta que las autoridades sorprenden un camión con migrantes escondidos en la caja, pero esos hombres, mujeres y/o niños, “no son detenidos” sino “rescatados”, así, con esa palabra dulce, aunque para rescatarlos hubiera que perseguirlos…

Ah, pero nadie justifica que tras su “rescate”, los migrantes sean puestos tras las rejas y muchas veces, como en el caso de Ciudad Juárez, cierren con candados y los guardias se llevan las llaves a su casa.

Pero eso sí, por ley a los periodistas se nos obliga a quitarles el mote de “ilegales”, con lo cual hay que estar de acuerdo y llamarlos migrantes a secas, porque no puede haber seres humanos ilegales o seres humanos legales.

Todos nacemos iguales ante la ley.

Claro, no hay migrante que quiera “ser rescatado”, si con eso va a perder los miles de dólares que los traficantes de seres humanos les cobran y con eso ver frustrada su intención de llegar a ese paraíso imaginario que les meten en la cabeza en el que las piedras manan leche y miel, y al que llaman “El Otro Lado”.

Señoras y señores periodistas y legisladores: antes que nada llamemos a las cosas por su nombre. Con eufemismos no se va arreglar el mundo ni aunque queramos pintar de rosa todo el panorama de nuestra roja existencia.

¿O qué nombre quieren que, por ley, les demos a los infames “polleros” o traficantes de seres humanos? ¿Agentes colocadores de empleados baratos?

@obedc[email protected]

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